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Reportaje:

Los líos domésticos de Woody Allen

El premio Príncipe de Asturias pleitea en Nueva York con su ex productora

Lo único que se puede ver de Woody Allen estos días en Manhattan son sus comparecencias en los tribunales. Tan sólo un mes después del estreno de Hollywood ending, su último largometraje, ya sólo se proyecta en salas del extrarradio. Su demanda contra su antigua productora y amiga, Jean Doumanian, a la que reclama 12 millones de dólares por los beneficios de sus películas, y su presencia en el estrado están teniendo bastante más repercusión. Resulta irónico para un director que ha confesado moverse mejor en la ficción que en la realidad.

'Los mayores mitos que existen sobre mí son que soy un intelectual porque llevo gafas y soy un artista porque mis películas pierden dinero', comentaba Allen durante la promoción de Hollywood ending. Pero es difícil escapar del mito, más aún cuando se lo ha construido uno mismo con tanto esmero a lo largo de tres décadas.

Al mes de su estreno, su última película, 'Hollywood ending', sólo se proyecta en salas del extrarradio

Los que se desplazaron hasta la Corte Suprema de Manhattan para ver al director no quedaron defraudados. Allen fue fiel a su imagen y habló como en sus películas. La sala estaba abarrotada de periodistas. Recordaba los peores momentos de su escandoloso divorcio con Mia Farrow. Al menos en esta ocasión, Allen cuenta con un aliado inesperado, el juez, Ira Gammerman, que se ha confesado fan del director e incluso se ha atrevido a soltar alguna que otra gracia durante los interrogatorios.

Independientemente de su afinidad humorística, el juez parece favorecer la versión de Allen, que ha acusado a su socia y amiga de 30 años, Jean Doumanian, y al compañero de ésta, Jacqui Safra, el sobrino del financiero Edmond Safra, de haberle robado parte de los beneficios de las ocho películas que produjeron desde 1993 hasta 1999, incluidas Poderosa Afrodita y Acordes y desacuerdos.

En ocasiones, los testimonios estuvieron a la altura de los diálogos de Hollywood ending, que narra las peripecias de un director de cine ciego. 'Se supone que esto debe ser divertido, algo así como una película de Spencer Tracy y Katharine Hepburn: en los tribunales de día y de copas por la noche. ¿Qué te está pasando? ¿Hemos hablado de este guión muchas veces', leyó Allen de una carta que mandó a Doumanian poco después de cursar la demanda hace un año.

El director, por lo visto, pensaba conservar la amistad pese al pleito. Propuso incluso la intermediación de una tercera persona, quizá un rabino. Claro que esto fue antes de que Safra confesara que había cargado algunos viajes en su avión particular al presupuesto de las películas, que, por cierto, nunca fue a ver. 'Simplemente, no voy al cine', dijo el productor y compañero de Doumanian.

La pareja se ha defendido asegurando que los filmes de Allen no hacen dinero y que el director está siendo manipulado por otros socios.

Lo más sorprendente ha sido sin duda el ensañamiento de la prensa neoyorquina. 'Ya sabíamos que Woody Allen tenía problemas de moralidad y decencia, sin mencionar su curiosa afinidad con los franceses', comentaba una de las columnistas más vitriólicas del New York Post. Incluso el moderado The New York Times publicó en portada un artículo sorprendentemente duro comparando el fracaso en taquilla de Hollywood ending y el éxito de las comparecencias en el tribunal.

Allen se habrá ahorrado disgustos porque nunca lee lo que cuenta la prensa sobre él. Ha conseguido, pese a todo, mantener su ritmo de trabajo. Por la mañana rueda en el Upper East Side de Nueva York su nueva película, Anything else, de la que al menos se conoce el título. Hasta el último momento sus rodajes suelen tener nombres tan poco atractivos como 'Proyecto de primavera de Woody Allen' o 'Proyecto de otoño de Woody Allen'.

En octubre, Allen ya ha dicho que se acercará hasta España para recoger el Premio Príncipe de Asturias. El ajetreo de los tribunales habrá terminado. Podrá respirar y decir, como su personaje de Isaac Davis en Manhattan: 'Me siento como en una obra de Noel Coward. Que alguien me traiga un martini'.

Allen, junto al actor Jason Biggs, el pasado viernes, durante el rodaje de su nueva película.
Allen, junto al actor Jason Biggs, el pasado viernes, durante el rodaje de su nueva película.ASSOCIATED PRESS

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