42 años de viajes al mundo vecino
Han pasado ya 42 años desde que en octubre de 1960 se lanzó desde la Tierra el primer artefacto espacial con destino a Marte, el Mars 1960A soviético. Un total de 33 naves han intentado llegar o han llegado -los fracasos de misiones en esta difícil empresa han sido más numerosos que los éxitos- a Marte y han cambiado la visión del planeta rojo adquirida antes sólo con los telescopios desde la Tierra.
Los descubrimientos de rasgos geológicos, como cauces y cañones erosionados en la roca que inevitablemente inducen a pensar que allí ha corrido el agua en abundancia en algún momento, volcanes y casquetes polares con hielo y dióxido de carbono son conquistas de la exploración mediante naves en órbita y módulos de descenso que principalmente han venido haciendo rusos y estadounidenses, con participación más o menos intensa de científicos europeos. Ahora se suman a la aventura naves de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y de Japón.
Marte es un mundo rocoso más pequeño que la Tierra (su radio mide 3.397 kilómetros, poco más de la mitad del terrestre), extremadamente seco y frío (la temperatura ronda los 40 grados bajo cero) y con una atmósfera muy liviana de dióxido de carbono, con nitrógeno y algo de argón. Un día marciano es casi igual que uno terrestre (24 horas y 37 minutos), pero el año (el tiempo que tarda el planeta en cumplir una órbita alrededor del Sol) es casi el doble de largo.
Aunque la distancia media entre las órbitas terrestre y marciana es de unos 75 millones de kilómetros, las naves espaciales, con los medios de propulsión actuales y aun eligiendo las mejores oportunidades de viaje por las posiciones relativas de ambos planetas, tienen que recorrer aproximadamente 250 millones de kilómetros y tardan unos siete meses en llegar.
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