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Cientos de miles de británicos salen a las calles para felicitar a la reina Isabel II

Multitudinario final de las celebraciones del jubileo de la reina

Los británicos se han echado a la calle para festejar los 50 años de reinado de Isabel II. Lo hicieron el lunes, cuando un millón de personas siguieron junto al palacio de Buckingham el concierto de rock que se celebró en los jardines de la reina. Lo repitieron ayer, cuando 700.000 personas vieron su marcha en carroza hasta la catedral de San Pablo y otro millón tomó el centro de Londres para vivir la cabalgata que cerró los festejos.

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Los problemas de la monarquía y su incierto futuro no han desaparecido con la euforia del jubileo, pero estos cuatro días de fiesta constituyen un colosal respaldo a la reina Isabel II y, con ella, a la institución. Los dos baños de multitudes que los británicos han regalado a su soberana confirman que su figura sigue estando por encima del bien y del mal.

Los ciudadanos del Reino Unido siempre han visto en ella a una profesional modelo, a la que no le es necesario ser simpática y risueña para tener el respaldo popular. Aunque estos días ha sonreído como nunca desde hace años. Eso sí, sin llegar jamás al extremo de romper el protocolo.

La reina tuvo ayer palabras de cariño para el heredero, su hijo Carlos. 'Quiero expresar mi admiración por el príncipe de Gales y por todo lo que ha hecho por este país', dijo en el Guildhall, el que fuera centro administrativo del Londres medieval. También de reconocimiento por el calor popular de estos días. Se declaró 'abrumada' y 'profundamente conmovida', y expresó su 'gratitud, respeto y orgullo'.

Una muchedumbre abarrotaba el Mall, la gran avenida que arranca en el palacio real, cuando, pasadas las seis de la tarde, la reina y el duque de Edimburgo -con el resto de la familia real después- aparecieron hasta tres veces en el balcón de palacio para cerrar la fiesta.

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Hace seis meses, cuando de verdad se cumplieron los 50 años del acceso de Isabel al trono, el 6 de febrero de 1952, la monarquía seguía atrapada en la apatía popular que siguió a los escándalos de los años ochenta. En palacio cundía el temor a un fracaso, en duro contraste con el júbilo popular que rodeó las bodas de plata de 1977.

Pero, tras la muerte de la anciana reina madre, el 30 de marzo pasado, todo cambió. Tras unos primeros días de indiferencia, los británicos se echaron también a la calle para despedir a la última reina del Imperio. Allí comenzó la ola de fiebre monárquica que ha culminado este fin de semana. Cuatro días históricos que han permitido un cambio casi anecdótico, pero quizá trascendental: el acceso en público de Camilla Parker-Bowles al círculo de la familia real. Camilla, compañera del príncipe Carlos, asistió en segunda fila a los dos conciertos ofrecidos por la reina en los jardines del palacio de Buckingham. El del lunes, en presencia de los hijos de Carlos y la fallecida Diana Spencer. La relación entre Carlos y Camilla es uno de los principales obstáculos que separan a Carlos del trono, además de la profesionalidad y buena salud de su madre, Isabel, en plena a forma a sus 76 años de edad.

Acierto

Los organizadores de los festejos han tenido el acierto de centrar la atención del público y los medios en los conciertos de los jardines del palacio de Buckingham y las cabalgatas de ayer.

Una manera de difuminar el relativo fracaso de las fiestas callejeras en los barrios, que centraron los actos de hace 25 años y que en este fin de semana han sido muy inferiores en número y en asistencia. Y es que los tiempos han cambiado y, a pesar del éxito y las emociones de estos cuatro días, la monarquía sigue inmersa en un inevitable proceso de reformas para sobrevivir.

Las finanzas reales vuelven a ser tema de polémica. Como la decisión de la reina de no pagar ni una libra en impuesto de sucesiones tras la muerte de su madre.

Isabel II observa a la multitud desde su carroza en Londres.
Isabel II observa a la multitud desde su carroza en Londres.EPA

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