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Reportaje:

Llegó el coronel y mandó callar

La Guardia Civil planea expulsar de uno de sus pabellones a la hija de un capitán si no deja de cantar ópera en casa

Manuela Mesa tiene 22 años, dos ídolos y un grave problema. Sus ídolos: la soprano y divina María Callas y la mezzosoprano Teresa Berganza, dos de las más grandes. ¿Su problema?: vive en una casa cuartel de la Guardia Civil, donde los ensayos operísticos de esta estudiante de 6º curso de canto no son muy apreciados.

El padre de Manuela, capitán de la Guardia Civil, recibió el martes pasado una carta del coronel al mando de los pabellones situados en la calle de Batalla del Salado, en el distrito de Arganzuela, en los que vive la familia, con un mensaje claro: o bien la joven deja de ensayar en casa, cosa que hace durante 20 minutos a la semana, o bien podría llegar a ser expulsada de los pabellones 'de forma temporal', según Manoli Pérez, madre de la joven.

'Estamos dispuestos a llegar a los tribunales y al Defensor del Pueblo', dice la madre
Manuela practica un día a la semana y únicamente durante 20 minutos
El jefe del cuartel cree que la joven estudiante de canto 'altera el orden vecinal'

'Parece mentira que en unos pabellones de la Guardia Civil, una institución a la que yo quiero tanto, me adviertan de que pueden llegar a expulsar a mi hija. Me da vergüenza que no tengan criterio para entender que lo que hace es arte y que está estudiando', se queja la madre.

Manuela ha pasado seis años de su vida estudiando canto y está a punto de terminar el grado medio de una carrera 'maravillosa y dificilísima', según su madre. Esta soprano en ciernes, que compagina sus clases de doctorado en filología hispánica con su trabajo en la fonoteca de la Universidad Autónoma y con su clase semanal de canto, tiene una jornada repleta.

Y sin embargo, sabe que necesita ensayar para mejorar, como cualquier músico, y es en su casa donde lo hace porque, según dice, no tiene 'otro sitio donde hacerlo'. 'Las aulas del conservatorio están siempre ocupadas con otras clases y cuando están libres sólo te dejan estar diez minutos. Por eso, todos ensayamos en casa y ninguno de mis compañeros tiene ningún problema ni remotamente similar al mío', añade.

Pero Manuela no vive en una casa cualquiera, sino que, desde hace un año, lo hace en un gran recinto militar donde hay una jerarquía y unas normas de convivencia de obligado cumplimiento, como explican fuentes de la Dirección General de la Guardia Civil. Y los ensayos de Manuela, según la advertencia recibida por su familia, vulneran una norma que prohíbe 'alterar el orden y la convivencia en los pabellones'.

'Es una norma que establece la ordenanza de pabellones, pero para llegar a expulsar a esa familia tendría que ser por una alteración grave. Y yo dudo mucho que cantar un aria de ópera sea una infracción grave', apunta Manuel Mato, de la Asociación Unificada de Guardias Civiles.

Salvo en época de exámenes, cuando canta hasta tres veces por semana, Manuela ensaya entre las 15.30 y las 16.00. Una hora a la que muchas personas acostumbran a echarse la siesta. Pero esta joven aspirante a convertirse en una nueva María Callas sólo practica habitualmente los lunes. Y no por gusto, sino porque tiene que 'calentar la voz' antes de acudir a su clase de canto, que comienza a las cinco de la tarde, como ella misma explica.

Según la ordenanza municipal de ruido, no se pueden sobrepasar los 30 decibelios de día y los 35 de noche en el interior de los domicilios de la zona de Atocha en la que vive Manuela. A modo de comparación, los decibelios que alcanza un cantante de ópera oscilan entre los 60 y los 120, según fuentes del conservatorio de la glorieta del Marqués de Vadillo.

'Manuela tiene voz', afirma su madre. 'Pero me niego a calificar el arte de mi hija como ruido', asegura. Y mucho menos como 'gritos', término con el cual se refirió al canto de Manuela un vecino de la familia en una carta de queja que presentó ante el coronel.

'Yo habría admitido una solución negociada entre los vecinos si realmente les molestaba tanto el canto de mi hija', admite Manoli. 'Pero amenazar con expulsarla a ella sola, que no tiene ingresos, es completamente desproporcionado. Es una barbaridad', añade.

Un portavoz de la Dirección General de la Guardia Civil niega que se haya acordado 'la expulsión de nadie', y afirma que los responsables del cuartel no le han dado tanta importancia al caso como parece. 'Es un problema vecinal, como lo habría en cualquier comunidad de vecinos', añade la misma fuente. Precisa, además, que en ningún caso se expulsaría sólo a la joven, sino que 'en último caso, se retiraría a toda la familia el derecho de ocupación del pabellón'.

La indignación de Manoli es compartida no sólo por Manuel Mato, representante de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, sino también por la diputada socialista Delia Blanco, para quien los mandos de la Guardia Civil 'no deberían meterse de esa forma en la vida de los guardias, que dentro de sus casas deberían tener más autonomía', apuntó.

Manoli recuerda que lo que hace su hija es cantar, algo, afirmó, más agradable que lo que ella dice sufrir los fines de semana, cuando sus vecinos organizan fiestas o cuando otros escuchan música bakalao a todo volumen. 'Mi niña canta, y ése es su futuro. ¿Qué quieren? ¿Que deje de estudiar y se dedique a otra cosa? Porque eso es lo que van a provocar si la expulsan', se lamentó. 'Es todo tan injusto...'.

La familia Mesa no está dispuesta a que las cosas queden así. Sabe que en ningún caso puede incumplir la orden de un superior jerárquico, dada la estructura militar de la Guardia Civil, pero está dispuesta a llegar al Defensor del Pueblo y hasta los tribunales.

Según Manuel Mato, si la familia de la soprano quisiera recurrir la orden del coronel, podrían llegar hasta los tribunales de lo contencioso-administrativo del orden civil. 'Desde luego, si mi hija se tiene que ir de casa, me lo tendrá que decir un juez', afirma rotunda Manoli.

El pasado miércoles, en la casa de los Mesa resonaban los acordes de Somewhere, una de las piezas principales de West Side Story, que Manuela ha tenido que aprenderse para su examen de canto en inglés. El sueño de esta joven es llegar a cantar un día Carmen, de Bizet, o Las bodas de Fígaro, de Mozart, su compositor preferido.

'No quiero dejar de cantar porque ésta es mi casa', recuerda Manuela. En los cinco años que la familia pasó en una casa cuartel de Alcalá de Henares, nunca tuvo ninguna queja del vecindario, según la madre de la joven. 'Si todo el mundo se comportara como aquí, no habría músicos en el mundo', recalcó.

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