Apaga una bombilla, enciende una estrella
Investigadores de la Jaume I reclaman la regulación del alumbrado público para evitar la contaminación lumínica
El firmamento jamás es oscuro para el 90% de la población europea. Este índice, obtenido en 1997 por los autores del primer atlas mundial de brillo artificial del cielo nocturno, ha aumentado. Es sólo uno de los datos que han barajado los miembros del departamento de Ciencias Experimentales de la Universidad Jaume I de Castellón para promover la firma de un manifiesto, que se presentará el lunes al Ayuntamiento, para solicitar la regulación del alumbrado público. Cuando el sol se pone, la luz artificial eclipsa el brillo de las estrellas y, por eso, dos tercios de los habitantes de la tierra nunca ven el cielo tal cual es. 'Las nuevas generaciones tienen derecho a contemplar el espectáculo nocturno que la humanidad ha tenido a su alcance hasta hace pocos años', señala el manifiesto sobre el que uno de sus autores, el astrofísico Josep Maria Trigo, asegura que no pretende reivindicar mejores condiciones para ver las estrellas, sino de evitar la contaminación lumínica y promover el ahorro energético.
El documento ya ha sido refrendado por un millar de ciudadanos que consideran 'excesiva' la contaminación lumínica. Esto no sólo provoca problemas de derroche energético y económico, sino también molestias a los vecinos por intrusión lumínica en viviendas situadas por debajo del nivel de las farolas. Además, la Dirección General de Tráfico ha apuntado que los deslumbramientos, debidos a luces demasiado intensas y mal orientadas, constituyen una importante fuente de accidentes. Encima, la Universidad Politécnica de Cataluña ha demostrado que en España se tiran unos 800 kilos de mercurio de forma incontrolada, procedentes de las lámparas. Y los destellos, también afectan a los animales en quienes el derroche de luz crea confusión y causa problemas.
Los expertos de la Jaume I también aportan un dato para quienes ven en la iluminación un síntoma de seguridad ciudadana. Un equipo de la Universidad de Southampton (Reino Unido) realizó un estudio sobre 100.000 crímenes que concluye que el alumbrado público tiene 'poco o nulo efecto sobre la reducción de la criminalidad', aunque, eso sí, da cierta confianza a las personas que temen ser agredidas. Parece pues que hay un efecto psicológico, pero no real.
Sin embargo, uno de los aspectos que preocupa especialmente a los promotores del manifiesto es 'que la iluminación exagerada del cielo impide la contemplación de un espectáculo de incontestable belleza: el firmamento estrellado'. 'De la contemplación del cielo estrellado nació la ciencia. La filosofía, las matemáticas, la geometría, la religión', dicen, 'que tienen su origen en la profunda meditación a que invita la contemplación de un cielo oscuro y lleno de estrellas'.
No se trata de dejar nada a oscuras ni de impedir la expansión humana o nuevas instalaciones industriales. Se trata, simplemente, 'de rentabilizar al máximo la energía y consumirla con eficiencia, de racionalizar el consumo energético, de usar bombillas de vapor de sodio de bajo consumo con pantallas para que iluminen el suelo y no el cielo, de reducir el alumbrado público y de monumentos a partir de cierta hora de la noche', indica el manifiesto. Con ello, entre las medidas urgentes a adoptar, apuntan la necesidad de evitar instalar luces de globo sin pantalla, ya que desperdician hasta el 50% de la luz que consumen, y tener especial atención sobre focos y láseres dirigidos hacia el cielo. Así, los niños urbanos podrían levantar la vista y descubrir el firmamento y no el letrero de la tienda de la esquina o el láser de una discoteca.
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