San Sebastián recupera la única colección de grabados que realizó Juan Muñoz
'Mobiliario' permite acercarse a una de las facetas menos conocidas del fallecido escultor
Juan Muñoz (Madrid, 1953; Ibiza, 2001), el artista español de su generación con mayor proyección internacional, no se prodigó en exposiciones en España y sigue siendo, en cierto modo, un desconocido. El gran público conoce las claves de su escultura, pero en muchos casos ignora que también pintó y dibujó sobre papel y realizó obra gráfica. La donostiarra Galería Dieciséis expone hasta el 22 de junio Mobiliario, su única colección completa de grabados.
La exposición de Galería Dieciséis (Plaza del Buen Pastor 16) permite explorar una de las facetas menos conocidas del artista: su trabajo como grabador, muy vinculado con su condición de escultor. Muñoz realizó Mobiliario con la técnica de la manera negra. 'Se trata de rayar la plancha en todas las direcciones de tal manera que al estamparla sale una superficie compacta negra', explica el responsable de la galería, Gonzalo Sánchez. 'Luego, con una especie de pulidor se le van sacando blancos, así que tiene cierto carácter escultórico'.
Muñoz creó así las imágenes de chimeneas, sofás junto a lámparas encendidas, objetos cotidianos colocados en espacios imposibles,... Muchos quizá se sorprendan por esta faceta de la obra del autor, fundamentalmente, dice Sánchez, 'porque se le considera uno de los recuperadores de la figura humana en la escultura contemporánea' y en estos 12 grabados -seis de gran formato y seis medianos- no aparece ni un hombre, ni una mujer. Pero se intuye su presencia. 'De alguna forma, la manera de descolocar los objetos en el espacio te hace interrogarte sobre la posibilidad de que los sujetos estén ahí, de que alguien los ha movido o los ha levantado'. Algunos grabados fueron coloreados por el artista a mano con acuarela.
La exposición es la réplica exacta de otra muestra realizada por Galería Dieciséis en 1999. 'De hecho, los grabados [que cuelgan casi a ras de suelo] están exactamente igual colocados', reconoce Gonzalo Sánchez. Entonces, la muestra no tuvo ningún éxito. 'Había mucha gente que ni siquiera conocía a Juan Muñoz y sólo visitaron la exposición unas 200 personas'. Tampoco parece que esta vez vaya a registrarse un aluvión de público, a tenor de las escasas visitas desde su reciente inauguración. 'Todavía hoy tienes que decir que era el marido de [la escultora] Cristina Iglesias para que cada uno se haga su composición de lugar', asegura.
Tradición y posmodernidad
Muñoz murió el verano pasado en Santa Eulalia (Ibiza) de un aneurisma en el esófago, justo cuando atravesaba uno de los mejores momentos de su trayectoria. Poco valorado en España hasta entonces, acababa de ver reconocido su trabajo con el Premio Nacional de Artes Plásticas y su obra adquiría cada vez mayor relevancia en el extranjero. Sus figuras llenaban entonces la Tate Modern de Londres, el gran templo del arte contemporáneo europeo, mientras se preparaba una gran retrospectiva en Washington.
Muñoz era uno de los artistas españoles mejor conocidos y más cotizados en el panorama internacional. En 1999, Sotheby's subastó en Nueva York su escultura After De Kooning por 145.000 dólares. Dice Gonzalo Sánchez, igual que recordaba Miquel Barceló tras el fallecimiento del escultor, que Muñoz fue un artista que convirtió en posmoderna la tradición clásica. 'Ha sido un escultor que, recogiendo una tradición figurativa, clásica, ha sabido darle un carácter posmoderno en cuanto a producción o instalación'.
Entre sus preocupaciones temáticas más recurrentes estaban la soledad del hombre, los contornos de la identidad o la fragilidad del límite entre normalidad y locura.
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