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Un juego peligroso

La presión sobre India y Pakistán ha aumentado ante el peligro de que la espiral de amenazas se les vaya de las manos

El pasado fin de semana, mientras India y Pakistán seguían dedicados a un peligroso juego político suicida como preludio de una posible guerra, Pakistán realizó pruebas de misiles balísticos al tiempo que India rechazaba una iniciativa rusa para reunir a los dirigentes de los dos países en una cumbre que se celebraría en Kazajistán en junio. La creciente frustración internacional con Pakistán queda reflejada en las palabras del presidente Bush, quien pronunció las críticas más duras oídas hasta la fecha contra el paquistaní, Pervez Musharraf.

Pakistán disparó un misil de medio alcance el sábado y, tras ignorar los llamamientos internacionales a la contención, otro misil de corto alcance el domingo. Ambos pueden ir armados con cabezas nucleares, de las que se supone que Pakistán tiene 25 e India 75. Musharraf anunció el éxito de la primera prueba en una reunión de estudiosos islámicos en Islamabad y animó a la muchedumbre a gritar 'Dios es el más grande' tres veces. Pakistán dice que se trata de pruebas de rutina y que van a seguir hasta hoy. 'No realizamos estas pruebas para impresionar a los indios; sólo estamos probando nuestra capacidad de defensa', dijo Musharraf. India ha quitado importancia a las pruebas y dice que su objetivo es levantar la moral interna de Pakistán.

Según los expertos, India no podría lanzar una guerra antes de septiembre
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Sin embargo, ha habido una oleada de críticas en todo el mundo: Rusia, Estados Unidos, Japón y los países europeos han pedido a Pakistán que detenga las pruebas. 'Nos han decepcionado, no me parece que sea una cosa que convenga hacer ahora', ha dicho el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en San Petersburgo. El presidente francés, Jacques Chirac, le dijo el sábado a Musharraf, por teléfono, que 'esta espiral es peligrosa'.

El aumento de la tensión se ha visto claramente en las palabras del presidente de EE UU, quien ha criticado por primera vez a Pakistán. 'Nos preocupa enormemente la retórica', declaró Bush el sábado en San Petersburgo, al lado del presidente ruso, Vladímir Putin. Bush dijo que 'es muy importante que el presidente Musharraf se detenga y haga lo que dijo que iba a hacer en su discurso sobre el terrorismo; es decir, acabar con las incursiones a través de la línea de control' que divide Cachemira entre India y Pakistán.

India acusa a Pakistán de enviar militantes armados a la Cachemira india desde el lado paquistaní de la frontera para realizar actos de terrorismo, cosa que Pakistán niega. Los comentarios de Bush parecen reflejar la opinión estadounidense de que Pakistán ha hecho poca cosa para detener el flujo de militantes, pese a que Musharraf declaraba a The Washington Post el sábado que 'no ocurre nada en la Línea de Control'. En la entrevista, el presidente paquistaní acusaba a India de intentar 'desestabilizarme a mí, con mi Gobierno y todo Pakistán', y afirmaba que, si India ataca, 'llevaremos a cabo una ofensiva en territorio indio'.

Ahora Estados Unidos se enfrenta a un grave dilema, porque Pakistán es un aliado fundamental en la guerra contra Al Qaeda, que se ha extendido desde Afganistán hacia las áreas tribales de Pakistán. El dilema se agudizó aún más a finales de la semana pasada, cuando el número dos del Ejército de Estados Unidos, el general John Keane, dijo que sus hombres van a buscar las bases de Al Qaeda en Pakistán. 'Hemos quebrantado su voluntad y ahora están intentando establecer otro refugio en Pakistán, y nos ocuparemos de eso... cuando llegue el momento adecuado', explicó el general Keane a las tropas estadounidenses en Kandahar.

En un intento de calmar la tensión, el presidente ruso invitó a Musharraf y al primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, a una cumbre regional que se celebrará en Kazajstán a principios de junio. Pakistán acogió bien la medida, pero India ha dicho que Vajpayee no se va a reunir con Musharraf, aunque ambos dirigentes asistirán a la cumbre. Los dos países están inmersos en un juego peligroso. Pakistán está quizá dispuesto a detener la entrada de militantes en la Cachemira india, pero exige concesiones de parte de India. Ahora bien, Nueva Delhi ha logrado el suficiente apoyo internacional para seguir adelante con sus amenazas y negarse a ceder a las exigencias de Pakistán.

A principios de la semana pasada parecía que el presidente Musharraf iba a hacer concesiones, detener el flujo de militantes a la Cachemira india y desmantelar los campamentos en los que viven dentro de la Cachemira Libre, como en Pakistán se denomina a la zona de esa región bajo su control. Musharraf, que es jefe supremo del Ejército, recibió el apoyo de su Gabinete civil por haber apaciguado los ánimos, pero luego mantuvo una larga reunión con sus comandantes, que le instaron a extraer de India concesiones recíprocas. La primera señal de ello se vio cuando Musharraf se reunió con Chris Patten, comisario europeo de Relaciones Exteriores, el jueves pasado. Fuentes diplomáticas occidentales dicen que Musharraf se negó a enviar un mensaje de reconciliación a Nueva Delhi, y le dijo a Patten que India no era Estados Unidos, ni Pakistán era Irak, y que necesitaban la reciprocidad por parte de India para poder reducir las tensiones. 'Patten se mostró irritado y frustrado', contó un diplomático occidental en Islamabad.

En Delhi, al día siguiente, Patten acusó públicamente a Pakistán de abrir y cerrar 'el grifo del terrorismo'. 'Creo que la paciencia india está llegando a su límite. Si no vemos avances en la reducción del grado de infiltración de militantes y el nivel de violencia en Cachemira, el panorama es desolador', explicó. 'Mi impresión es que la credibilidad de las promesas de Pakistán al respecto es prácticamente nula', añadió. Ese mismo día, Pakistán anunció de pronto cuatro días de pruebas con misiles. Es posible que, con este endurecimiento, Musharraf esté preparando a la opinión pública de su país para la interrupción del flujo de militantes, pero los diplomáticos occidentales temen que la política suicida de Musharraf sólo sirva para agravar la crisis.

Hoy, el ministro británico de Exteriores, Jack Straw, llegará a Islamabad, y el jueves le seguirá el subsecretario de Estado norteamericano, Richard Armitage. Pakistán dice que sólo está dispuesto a hablar si India abandona sus políticas coercitivas. 'India ha adoptado una política de intimidación y coacción respecto a Pakistán con la idea de que puede darle más dividendos que una política de compromisos', ha dicho Ashraf Jahangir Qazi, el embajador paquistaní expulsado de India, que el sábado llegó a Lahore.

Dado que, según los expertos militares, India no puede lanzar una guerra antes de septiembre debido a las condiciones meteorológicas, adversas hasta entonces, el peligro es que India mantenga su enorme presión militar sobre Pakistán y, con ello, diezme la economía paquistaní y provoque una grave crisis política interna.

Es fundamental que haya enormes presiones internacionales para disminuir la tensión y ofrecer una excusa que permita a ambos ejércitos reducir el número de soldados en la frontera. El miedo es que el juego suicida al que están entregados los dos países en la actualidad se les vaya de las manos y desemboque en una guerra.

El primer ministro indio, Vajpayee (izquierda), y su ministro de Defensa, George Fernandes, el domingo en Manali.
El primer ministro indio, Vajpayee (izquierda), y su ministro de Defensa, George Fernandes, el domingo en Manali.AP

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