Sobre las indolencias
Nos cayó el topicazo, vaya por Dios. La verdad es que yo me lo estaba viendo venir tal y como se está poniendo el patio. Cualquier día la cogen con nosotros, estaba yo pensando. Y ¡zas! ahí lo tienes en boca de ese ministro que a mí me caía tan simpático desde que confundió lo del velo con la ablación del clítoris. Que no, hombre, que no, que esta vez no va de eso, le sopló entonces su querida y famosa colega educativa. Pero todos las encuestas sobre visibilidad le acuciaban. Y ahí llegó Aparicio, esta vez más que de Aparicio de Aparición a poner su huevo, a ver como consigue ser el sucesor de Aznar por las tierras de Castilla. Esto de ser el sucesor de Pimentel y tener que lidiar con cuñadas y suegras no debe de ser muy seguro como método, digo yo que pensaría.
Así que nos sobrecogió con lo de la indolencia que siempre es mejor que te llamen así, que no que te roben, pongamos por caso. Y además que queda mejor que flojera o vagancia que es lo que, de toda la vida de Dios, se ha dicho. O no querer doblar la camella, que es, de verdad, lo que a mí se me ocurre como desagravio. Porque lo de Persona Non Grata me parece demasiado duro, pobre. Es que no se puede con las prisas. Pero un buen espurreo como terapia de grupo y verlo coger garbanzos a 48 grados al sol durante unos cuantos fines de semana podrían servirnos. Como estos chavales que molestan y hacen ruido con lo del botellón. El que la hace la paga. Y además es de caballeros.
Indolente además debe de tener algo que ver con ser resistente al dolor, que es toda una sabiduría estoica para cuando una tiene gobiernos insultones y sin imaginación. Porque eso no tiene nada que ver con ser de Burgos, que es de donde parece que es el Ministro. Yo, mismamente, debo ser la mitad de indolente porque tengo del Norte la mitad de mi sangre. Y habrá quien sea sólo un cuarto de indolente o un cuarto y mitad. En fin, que sobre las procedencias, las sangres y las indolencias habría mucha tela que cortar. Me cuentan que un juez muy conocido, vocal en el Consejo del Poder Judicial en una etapa, se refería a cierta predisposición en su gremio como timidez en el trabajo. Así que lo del doble turno ahora será para ver si pierden un poco la timidez. Porque tímidos, camastrones y renuentes se los puede una encontrar por cualquier sitio. Mismamente el Sr. Rato o el Sr. Francisco González con esa información que llegaba y no llegaba sobre el dinero en los paraísos fiscales. A esa indolencia no sé como le llamará el Sr. Aparicio, ahora que lo pienso. En los tiempos en los que los socialistas gobernaban a eso le llamaban negligencia, pero ahora hay un montón de líos con los significados de las palabras.
Porque en el fondo el Sr. Aparicio le está haciendo un favor al Sr. Rato. Pretender que el superávit de la Seguridad Social aportado por empresarios y trabajadores sea hoy el único mecanismo para enjugar el déficit del Estado, es hacerle un favor al Vicepresidente. Cuando lo fácil sería aligerar la creación de empleo e incrementar las políticas activas eficaces, con el dinero de la Seguridad Social, en fin, el Pacto de Toledo. Y que cada palo aguantara su vela. O sea, la Sra Villalobos que controlara su gasto farmacéutico por ejemplo. O la televisión pública. Pero por esta regla de tres de todas estas indolencias resulta que las prestaciones por desempleo y el PER van a ser así, sin que sean vacas flacas ni nada, por mor de los humores, los grandes pagaches.
Lo que más me ha gustado de las declaraciones del Sr. Aparicio es aquello de que nos van a hacer un favor. Hay que reconocer que tienen arte. Y aquello de que no van a dejarnos sumidos en dicho vicio inconfesable. Por cierto que nuestro Cernuda, el gran indolente, recibe ahora parabienes. Debe ser porque está muerto. Y ¿desde cuándo estaremos sumidos? Será desde antes, desde que se inventó el clima. O desde los árabes. Pedazo de indolentes, los magrebíes. Y encima, entrando.
Carmen Romero es diputada socialista en el Congreso por la provincia de Cadiz
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