Madrid se une a la fiebre wagneriana en Europa con el estreno de 'El oro del Rin'
La primera parte de 'El anillo del Nibelungo' llega al Teatro Real con un montaje de Decker
Richard Wagner se revela últimamente muy vivo, muy activo como motor de unión de la cultura europea. Montajes, libros, diatribas sobre el compositor alemán recorren el mundo occidental como prueba de su salud contemporánea. Y esa fiebre wagneriana llega ahora también a Madrid con el estreno de El oro del Rin, la primera parte de El anillo del Nibelungo, la tetralogía de 15 horas de obra de arte total compuesta por Wagner entre 1840 y 1876. El director de escena Willy Decker y el musical Peter Schneider abren a partir del próximo martes el espectáculo en el Teatro Real.
'Es como volar sobre un monstruo por los cielos', dice Gwyne Geyer, cantante estadounidense y una de las 16 personas que estuvieron ayer presentes en la rueda de prensa de presentación de El oro del Rin. Fue a lo grande, con esencia de gigantismo wagneriano, esta puesta de largo que supuso el inicio de la tetralogía en el Teatro Real ayer. Empieza este año y continúa en los dos siguientes con el resto del espectáculo concebido por Wagner como un prólogo -El oro del Rin- y tres jornadas -La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses-. En ellas se unen mitología, génesis del mundo, decadencia, ambición, muerte y un estudio del comportamiento humano en profundidad, de su gracia, desgracia y redención.
Para el Real, esta superproducción, realizada en colaboración con la Ópera de Dresde, y liderada por el prestigioso director de escena Willy Decker -que estuvo ayer ausente en la presentación y que es uno de los ídolos del público madrileño tras presentarse con Peter Grimes, de Britten, en la primera temporada- y el experto musical wagneriano Peter Schneider, supone una prueba de fuego, pero dicen estar maduros para afrontarlo: 'Fue un proyecto en el que tenía especial interés el maestro García Navarro' -antiguo director artístico del Real fallecido el pasado año-, explicó ayer Emilio Sagi. 'Este teatro está preparado para un reto así, hay madurez en su equipo después de cinco años de su reapertura y en la orquesta, pero sobre todo hay seguridad porque se coproduce con un teatro muy cercano al hecho cultural wagneriano', aseguró el actual responsable artístico.
El acontecimiento de la reaparición de El anillo del Nibelungo en Madrid está en sintonía con un año en el que Wagner vive muy presente en la cultura europea y en España. El Real ha querido aportar su ración wagneriana en la que, además, se añade la presencia de Daniel Barenboim el mes que viene, que llega con su compañía de la Ópera Estatal de Berlín, y Tannhäuser, otro título wagneriano de magnitud, después de que en dos años consecutivos presentaran Tristán e Isolda y Los maestros cantores de Núremberg.
El montaje de El oro del Rin coincide con la aparición de un disco editado por Decca y el Teatro Real que explica los temas y los 193 leitmotivs de El anillo por el crítico Deryck Cooke. Algunos de ellos se comentaron en la rueda de prensa de presentación, en la que cantantes como Alan Titus (Wotan), Hartmut Welker (Alberich), Hans-Jörg Weinschenk (Loge), Stephen Milling (Fasolt), Robert Wörlle (Mime), Ángel Ordena (Donner), Joan Cabero (Froh), María Rey-Joly (Woglinde) o Itxaro Mentxaka (Wellgunde), explicaban su visión de esta obra de arte total.
Pero fue Martin Gregor Lütje, asistente principal de Decker y encargado de poner en marcha en Madrid este montaje de 1,5 millones de euros, quien habló a fondo de un espectáculo lleno de sorpresas escénicas, con sillas que simulan el movimiento del río y lingotes gigantes de oro que se mueven al ritmo de las notas que produzcan los 104 músicos de la Orquesta Sinfónica de Madrid requeridos para darle forma musical a la obra. 'Es esencia teatral, tiene sujeto y objeto: alguien que persigue algo. Es un juego de ida y vuelta en el que los que hacen la acción a veces son espectadores de lo que pasa en escena. Hay una génesis en el paraíso y una maldición con la que todo se destruye. Hay amor y deseo, riqueza y ambición de poder. Lo primero lo buscan las mujeres, lo segundo lo persiguen los hombres', dijo Lütje.
Babelia
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