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100.000 viajeros pasaron ayer por la macroestación de Nuevos Ministerios

Los usuarios del intercambiador no pudieron sacar billetes de avión ni usar los lavabos

Unas 100.000 personas pasaron ayer, en su primer día de funcionamiento, por la macroestación de Nuevos Ministerios, que conecta el centro financiero de Madrid con Barajas. La estación de Aeropuerto, en la línea 8, fue la más concurrida: pasó de 20.000 usuarios de un día normal a 40.000, según el Gobierno regional. Pero la macroestación, inaugurada a bombo y platillo el martes, presentaba ayer serias deficiencias: muchas instalaciones están aún en obras.

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'Se han batido las cifras que esperábamos para el primer día', afirmó ayer una portavoz de la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes. 'El intercambiador [de Nuevos Ministerios, por donde pasan las líneas 6, 8 y 10 de metro y ocho líneas de cercanías-Renfe] ha registrado un gran movimiento, y también la estación del aeropuerto de Barajas', añadió. Mientras, en el vestíbulo de facturación de Nuevos Ministerios había todavía obreros enfundados en monos azules.

Hasta las 20.00 de ayer, unas 200 personas que utilizaron el metro para desplazarse hasta el aeropuerto habían facturado previamente sus equipajes en la terminal de Nuevos Ministerios. Pero ningún usuario pudo comprar sus billetes de avión en la macroestación, uno de los servicios que en teoría ofrece Nuevos Ministerios. Una azafata informaba: 'No hemos podido traerlos porque no tenemos cerraduras en los muebles para guardarlos. Pero seguramente mañana [por hoy] ya podremos vender pasajes'. Había más deficiencias en el enorme intercambiador inaugurado el pasado martes por los presidentes del Gobierno central, José María Aznar, y del Ejecutivo regional, Alberto Ruiz-Gallardón. La comisaría de policía, por ejemplo, no atendía al público simplemente porque aún no estaba terminada. Dentro de la sala había varios obreros ultimando detalles rodeados de cables. Además, faltaban las sillas, los teléfonos y los ordenadores.

Tampoco los puestos de facturación de AENA pudieron atender a los usuarios por teléfono, porque los que había sólo estaban adaptados para hablar internamente con las compañías aéreas. Y el puesto de información carecía de línea telefónica y de ordenador.

Los viajeros no pudieron tomarse un café en la sala de facturación porque ni siquiera había una máquina expendedora de bebidas. Los cuartos de aseo estaban a medias; en el de mujeres sólo había dos inodoros y dos agujeros en el suelo, donde previsiblemente habrá otras dos cisternas. Aún no estaba puesto el papel higiénico, ni el jabón, ni siquiera un espejo. Tampoco funcionaban varios de los 16 ascensores de los que dispone el intercambiador, una situación que se repetía en la reformada estación de Colombia, de la misma línea.

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Despistados

Debido al desconcierto que reinaba en Nuevos Ministerios, Metro distribuyó a grupos de trabajadores para que informaran a los pasajeros sobre los transbordos o sobre cómo llegar a la sala de facturación. Algunos viajeros descubrieron con sorpresa que, si quieren facturar su equipaje en el intercambiador, deben pagar el billete dos veces para entrar y salir en metro de la estación. Los usuarios tienen que abonar primero su billete para coger el metro en el punto más cercano a su domicilio; luego, al llegar al intercambiador, deben salir de la estación para entrar a continuación en la zona de facturación. Una vez terminada la operación, el usuario tiene que abonar otro billete del metro (0,95 euros) para volver a su casa.

Hubo quienes tuvieron que salir ayer a toda prisa hacia el aeropuerto porque quedaba poco más de una hora para que salieran sus vuelos y desconocían que en el intercambiador hay que facturar el equipaje con un mínimo de dos horas de antelación. El despiste general quedó reflejado en un turista argentino que dejaba pasar las horas -su vuelo salía seis horas más tarde- sentado en un banco en el andén del intercambiador con una enorme maleta. '¡Ah! ¿Pero es que se puede facturar acá?'.

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