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Reportaje:

Hasta que la muerte nos separe

Salud y los establecimientos de tatuaje y 'piercing' elaboran un decreto de buenas prácticas

Margot Molina

Un vecino de Sevilla, de 50 años, ha decidido convertir su cuerpo en un enorme lienzo. La idea es tan vieja como la historia de la humanidad. La lenta transformación de este señor comenzó hace un año en Downtown, uno de los ocho establecimientos que se dedican en la capital andaluza al piercing (perforaciones) y a los tatuajes. 'Hemos hablado bastante y sabemos que tiene las cosas claras. Además, a esa edad, uno ya no toma decisiones a la ligera', comenta Josh Grady, norteamericano de 30 años y propietario del local junto a Billy Gottlieb.

'Cada persona es libre de hacer lo que quiera con su propio cuerpo. Lo que se trata es de que este tipo de actividades se realice con las condiciones higienico-sanitarias necesarias, los profesionales estén cualificados y los establecimientos cumplan los requisitos necesarios', comenta Ángeles Acedo, la asesora de la Consejería de Salud que está trabajando en la elaboración de un decreto que regule las prácticas de decoración corporal. Cuando el decreto se publique en el BOJA, Andalucía será la segunda comunidad en España, después de Cataluña, en contar con esta normativa.

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Actualmente en Andalucía existen una veintena de locales, con licencia de apertura, en los que se practica el arte corporal, pero la actividad no está regulada. Problemas como infecciones, contagios u otras complicaciones sanitarias surgen en los cientos de sitios en los que se hacen tatuajes o perforaciones sin ningún control. 'Hay gente que son aficionados y lo hacen en casa. Nosotros somos los primeros interesados en que se cree una normativa', asegura Josh Grady.

Al contrario de lo que muchos puedan pensar, los verdaderos profesionales del arte corporal se toman su tiempo, explican pros y contras y mandan a su casa a más de uno sin nada nuevo que exhibir. 'Queremos estar seguros de que la persona es consciente de que lo que hace es algo permanente. Además, casi todos los profesionales tenemos una especie de código ético. No tatuamos en la cara o en las manos salvo que se trate de alguien que ya tiene otros tatuajes y estamos seguros que no se arrepentirá al día siguiente; nos negamos a tatuar simbología fascista como la esvástica o el emblema de la SS y si llega alguien menor de edad le pedimos que vuelva acompañado de sus padres', explica Grady, que reside en España hace una década.

El decreto que ha elaborado la Consejería de Salud establece los 16 años como edad mínima para hacerse un tatuaje, además de la presencia del padre o tutor y, además de tatuajes y piercing, regula otras técnicas que aunque no soncomunes en España, ya se están practicando en otros países. Cutting, cortes en la piel que dejan señales permanentes; branding, quemaduras por frío o calor parecida a las marcas que se realizan al ganado, o implantaciones de cuerpos extraños, son algunas de estas novedades.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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