'Chapeau'
¡Oh, sí! La política profesional es aún más tediosa y gregaria que el fútbol profesional, pero así como el hincha da por bien empleadas las mil horas perdidas en groseros retornos de lo idéntico, cuando un día se abre el cielo, Zidane queda suspendido durante veinte segundos en el aire, levitando como Nijinsky a la espera de la pelota, y la convierte luego en un obús que rasga el velo invisible de la victoria, así también quienes aman la antropología política tienen sus compensaciones.
Ustedes no pudieron verlo, a menos de que vivan en Cataluña y vean TV3, y por eso lo cuento. Discutíase en el Parlament, lugar más próximo a una lonja de contratación que al Ágora, sobre la ley para ilegalizar a Batasuna. Los socialistas dormitaban y los independentistas echaban una mano a sus primos vascos, con un vil argumento depuesto por ese botarate de Arzalluz, o sea, acusaban a Pujol de arrodillarse ante Aznar, típica monería de chulo de colegio. Pujol se aprestó a contestar.
En ocasiones difíciles, el president pasea por el hemiciclo, micrófono en mano, mientras habla con su estilo atropellado y nervioso. Suele dar la espalda al adversario, como Perry Mason, y así lo hizo en esta ocasión. De pronto comenzó a alzar la voz como un predicador barroco y sus frases, hirientes como bofetones, retumbaron airadas. Dijo que le parecían muy bien los reproches de Carod Rovira, pero que mucha gente sabía que Batasuna le da dinero a ETA. Entonces giró en redondo con una agilidad animal, alzó el brazo, hundió la cabeza entre los hombros, y señaló a Carod, el cual se fundió con su asiento. Y Pujol aulló: '¡Usted! ¡Sí, usted! ¿Está de acuerdo en que se le dé dinero a ETA?'. Se produjo un silencio agobiado. Y Pujol volvió a rugir: '¿Está usted de acuerdo en que se le dé dinero a ETA?'. Era un jabalí de escudo teutón, con el pelaje erizado. Pensé que aquella frase no se atrevía a decirla ni Aznar, y si Pujol podía gritarla era por la honradez con la que siempre ha juzgado el terrorismo.
Este hombre se va de la política harto de la familia, pero después de verle esos segundos tengo para mí que, si le da la gana, se come crudos de un solo bocado a todos sus rivales. ¡Qué estampa!
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