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249 jóvenes investigadores reciben el pago de sus becas con varios meses de retraso

La nueva gestión de pagos del Ministerio de Ciencia y Tecnología inició el problema

Conseguir una beca de investigación tras acabar la carrera siempre es motivo de satisfacción. Lo es siempre que el dinero por el que se trabaja llegue a su destino: el becario. El Ministerio de Ciencia y Tecnología emplea a 249 becarios en Andalucía, de los que 85 iniciaron su beca de Formación de Personal Investigador (FPI) el pasado año. El contingente se eleva a 2.700 en todo el país.

Todos cobraban puntualmente hasta que el departamento que dirige Anna Birulés cambió el sistema de gestión de pagos, que hasta diciembre de 2001 realizaba directamente el ministerio. Desde febrero de 2002, el Gobierno central optó por transferir el dinero de las becas a cada universidad y demás centros públicos de investigación, entidades encargadas de distribuir las retribuciones entre su personal.

'El sistema se modificó por las dificultades del ministerio para gestionar los pagos al haber un gran volumen de becarios', afirma un portavoz de Ciencia y Tecnología. 'Pero el nuevo modelo se estableció sin previo aviso, sin una reunión informativa, a nuestras espaldas', lamentan desde el rectorado de una universidad andaluza.

En mayor o menor medida, los 2.700 becarios han sufrido retrasos en sus mensualidades, demoras que en algunos casos han sido de hasta tres meses. El tema fue tratado la pasada semana en una reunión de vicerrectores de investigación en Madrid, donde quedó patente que ha sido un problema generalizado. En Andalucía, los casos más graves se han registrado en Málaga, Cádiz y Jaén. Un miembro de la Federación de Jóvenes Investigadores (Precarios) asegura que muchas universidades se enteraron de que tenían que gestionar los pagos por las llamadas airadas de quienes se veían sin su dinero.

¿Y el dinero?

A la falta de información de la que se quejan los centros de investigación, se unen las versiones contradictorias sobre la llegada del dinero. El Ministerio de Ciencia y Tecnología asegura que transfirió las doce mensualidades de 2002 al comenzar el año. Pero las tres universidades consultadas niegan este dato y reprochan la tardanza de las partidas, que sólo cubren los salarios hasta el mes de junio.

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En la Universidad de Málaga sostienen que los 110.000 euros que cubren las becas hasta junio fueron ingresados el pasado 24 de abril. Retrasos similares han sido registrados en otras universidades. Otras fuentes precisan que las deudas que arrastran muchas universidades provocan que el Estado bloquee los pagos efectuados por el ministerio, lo que también justificaría la dilación de las partidas.

El vicerrector de Investigación de la Universidad de Cádiz (UCA), José María González, reconoció que las deudas han propiciado este bloqueo. González añadió que la UCA ha tenido que adelantar dinero para que los becarios reciban su sueldo, congelado durante mes y medio.

En Jaén, los retrasos han llegado a los dos meses. Allí, los servicios de investigación de la universidad jiennense tuvieron que recurrir a otras ayudas para investigación para normalizar los pagos a los becarios, estabilidad que también han alcanzado el resto de universidades.

Quienes precisamente no tienen culpa alguna son los cientos de personas que han trabajado sin cobrar, como Pablo Rando. Este becario del departamento de Derecho Penal de la Universidad de Málaga cobró hace diez días las mensualidades de febrero, marzo y abril después de incontables llamadas para saber dónde estaba su dinero. Estos retrasos le han llegado en el peor momento, a los 26 años, justo cuando se ha marchado de la casa paterna para vivir junto a Laura, su novia. Ambos dependen de la beca de Pablo Rando, ya que Laura aún estudia. Cuando aún no había terminado de trasladarse de casa tuvo que acudir a sus padres para que le ayudaran a afrontar el pago del alquiler y el coche. 'Lo peor en estos tres meses es que no sabes cuándo vas a cobrar. Es una incertidumbre angustiosa', explica.

Los pagos a los becarios de investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología ya han sido normalizados de forma general. La estabilidad está garantizada hasta el mes de junio, según las universidades, a pesar de que el ministerio asegure que ha adelantado el dinero de 2002.

El ministerio rectifica

Decía aquel que rectificar es de sabios. Y las malas experiencias le han servido al Ministerio de Ciencia y Tecnología para dar marcha atrás. La nueva hornada de becarios que el departamento de Anna Birulés hará pública durante estos días recibirá su sueldo directamente desde el Gobierno central sin que las partidas pasen por los centros de investigación a los que queden adscritos (universidades, CSIC...).

La decisión ha sido tomada después del disparate en que se ha convertido la medida tomada hace pocos meses: el cambio en la gestión de pagos de las becas de Formación de Personal Investigador. Lo que sí es seguro es que la modificación de la forma de pagos consiguió inundar las oficinas ministeriales de llamadas cargadas de algún que otro gruñido. Así, para garantizar que los investigadores cobren al día, el ministerio retoma una labor administrativa de la que se desembarazó hace unos pocos meses.

Los licenciados que inicien su actividad investigadora desde ahora bajo las becas de Formación de Personal Investigador cobrarán directamente del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Estos nuevos becarios están de enhorabuena, pero no ha quedado claro si el ministerio volverá a administrar las becas de los 2.700 becarios -de los que 249 investigan en Andalucía- que han quedado atrapados por una gestión de pagos ideada para 'liberar' de trabajo al 'saturado' departamento de Anna Birulés. Lo cierto es que uno de los efectos conseguidos por los impagos a los investigadores es fomentar una labor extra: la detectivesca.

Mientras observaban cómo con el paso de los días crecían los números rojos de sus cuentas bancarias, muchos becarios han invertido un tiempo precioso en llamadas telefónicas al ministerio, a las universidades, a la Agencia Tributaria... Y todo para averiguar el paradero del dinero perdido.

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