La Iglesia perdió más de 2,5 millones de euros en sus inversiones en Bolsa
La cúpula eclesiástica y el obispado de Astorga invirtieron la mayoría del dinero en renta variable
'El dinero de la Iglesia no puede estar en la Luna, sino en los mercados', declaró el vicesecretario para asuntos económicos de la Conferencia Episcopal, Bernardo Herráez, cuando este diario informó de la existencia de una sociedad inversora en Bolsa creada por la cúpula eclesiástica en mayo de 1999: Umasges. Pero ni ese experimento bursátil ni Vayomer, una sociedad de cartera fundada en igual fecha por el obispado de Astorga, han dado buenos resultados. Ambas inversoras religiosas han causado a la Iglesia católica pérdidas superiores a los 2,5 millones de euros, al apostar por inversiones en renta variable. Este quebranto económico se suma a los 15 millones de euros de fondos eclesiales perdidos en Gescartera.
José Sánchez, presidente de la comisión de medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal, negó que la Iglesia corriera riesgos al invertir en Bolsa a través de una sociedad especialmente creada con este objetivo. 'Primamos más una produccción mínima que una arriesgada, por eso no es mucho lo que nos pueden pillar', aseguró.
Sin embargo, el informe de gestión de Umasges revela que la Iglesia no ha sido precisamente conservadora en su política inversora: 'Umasges durante 2000 mantuvo un nivel de riesgo del 80%'.
En efecto, la auditoría de esta sociedad detalla que su cartera de inversión dedicaba 8,6 millones de euros a renta variable, mientras que apenas dedicó 1,3 millones a renta fija.
En definitiva, la sociedad de inversión colectiva de la Iglesia rehuyó lo que el propio informe califica como 'la protección del capital en el refugio de la renta fija'. Y, llevada de su 'apuesta por el riesgo de la renta variable', se topó con una dura realidad: 'Precios de acciones inconsistentes con la realidad de los beneficios empresariales'. Lo que se tradujo en el 'mal resultado cosechado en 2000'.
Por tanto, pese a la proclamada prudencia inversora de la Iglesia, Umasges acumula pérdidas, ejercicio tras ejercicio. Según las últimas cuentas de dicha sociedad de inversión colectiva, en el año 2000 perdió 448.923 euros.
No en vano, su informe de gestión calificaba dicho ejercicio como 'insatisfactorio'.
No hay cuentas registradas con posterioridad, pero la información disponible en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) indica que la situación en 2001 fue aun peor: las pérdidas casi se triplicaron y ascendieron a 1.223.000 euros.
En los dos últimos ejercicios, la inversora de la Iglesia habría perdido en total 1,6 millones de euros debido a la merma de valor de los títulos que adquirió. El capital social de esta sociedad está situado en 8,7 millones de euros.
Umasges fue creada en mayo de 1999 con un 100% de capital eclesiástico. El capital fundacional -2,4 millones de euros, aunque se fijó un techo estatutario de 12 millones de euros- lo aportó en un 51,7% UMAS (Unión Mutua Asistencial de Seguros a Prima Fija), sociedad privada que 'asegura las personas y bienes eclesiásticos', y cuyo consejo de administración está integrado por la cúpula eclesiástica.
El arzobispado de Burgos copó el 32,8% de las acciones de Umasges y el arzobispado de Madrid se reservó un 12,2%. La única novedad constatable en la evolución de Umasges desde su creación es que se le ha retirado su gestión a Inversafei y se le ha otorgado a Cajamadrid.
Este diario reclamó sin éxito una explicación de la Conferencia Episcopal sobre los malos resultados de su inversora. 'Pregunten en la empresa', fue la única respuesta del Gabinete de Prensa de la Conferencia Episcopal.
El obispado de Astorga también ha sufrido las consecuencias de la caída de los valores bursátiles. Vayomer es una discreta sociedad inversora mobiliaria de capital variable cuya mayor singularidad está en su accionariado: el 99,14% de sus acciones está, según su última auditoría (año 2000), en manos del obispado de Astorga. Su objeto social es 'la adquisición, tenencia, disfrute, administración en general y enajenación de valores mobiliarios y otros activos financieros'. Posee un capital inicial de 2,4 millones de euros con un máximo estatutario de 24 millones de euros.
Su patrimonio neto contable se estimaba en 4,5 millones de euros en ejercicio de 2000, cuando cosechó unas pérdidas de 401.000 euros (más de 64 millones de pesetas). En el primer semestre de 2001, registró ante la CNMV aún mayores pérdidas: 440.000 euros.
Su política inversora también prefirió el riesgo a la seguridad de la renta fija. Así, invirtió poco más de un millón de euros en 2000 en renta fija, mientras le dedicó 3,7 millones a la renta variable. Con la primera ganó unos 24.000 euros; con la segunda perdió 677.613 euros.
Esta sociedad inversora del obispado de Astorga se creó en mayo de 1999, en el mismo mes en que la Conferencia Episcopal fundaba su sociedad para invertir en Bolsa (Umasges) y un mes después de que la CNMV ordenara vigilar a Gescartera tras destaparse un agujero de 24 millones de euros en la agencia de valores.
El obispado de Astorga era, precisamente, una de las entidades eclesiásticas que depositó su dinero en Gescartera. Arriesgó y perdió en el chiringuito financiero de Antonio Camacho un total de 312.048 euros. Este diario reclamó el viernes, sin éxito, una versión del obispado astorgano sobre su sociedad inversora.
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