De Montilla a Costa de Marfil
El Ayuntamiento cordobés es el único de la región que destina el 1% de su presupuesto a ayuda al desarrollo
En las celdas de la cárcel de Toumodi, en Costa de Marfil, no hay retretes. Los presos se alivian en bidones viejos de plástico que suelen estar rotos. Por las noches, hombres, mujeres y niños duermen en el suelo, entre la inmundicia. Las Hermanas de la Sagrada Familia, que trabajan allí cada día, saben que la situación es insostenible. Han promovido un proyecto para construir letrinas y mejorar las condiciones sanitarias de la penitenciaría. Y a muchos miles de kilómetros de distancia, el Ayuntamiento de Montilla (Córdoba) lo ha subvencionado, con cargo al 1% de su presupuesto municipal que se destina a cooperación y ayuda al desarrollo.
El 1%, que se dice pronto: tres décimas por encima del 0,7% que recomienda la ONU, y que en muchos lugares sigue siendo una aspiración lejana y casi utópica. Montilla es el municipio andaluz que dedica mayor proporción de sus recursos a este fin. ¿Y por qué? 'Bueno, aquí tenemos una tradición de cooperación bastante larga', explica Pepa Polonio con cierto orgullo. 'Desde principios de los años ochenta se creó un Comité de Solidaridad con América Latina y los pueblos oprimidos. Entonces no tenía nada que ver con el Ayuntamiento. Éramos seis o siete personas que participábamos en proyectos de cooperación, sobre todo con Nicaragua'.
Pepa Polonio es la concejala de Cooperación y Solidaridad del Ayuntamiento de Montilla, gobernado por Izquierda Unida, y estuvo en esto desde el principio. 'A partir de 1989 comenzó a ser normal destinar dinero municipal a estos proyectos', relata. ' Ya a principios de los noventa se creó un Consejo de Cooperación y Ayuda al Desarrollo, en el que están representadas las ONG, las asociaciones de vecinos, los partidos, los sindicatos y el propio Ayuntamiento'. Este organismo es el que se encarga de seleccionar los proyectos.
El vínculo con Toumodi llegó de manos de Lola Amo, una de las Hermanas de la Sagrada Familia que trabajan en las prisiones de Costa de Marfil y que resulta ser de Montilla. 'Hay muchos misioneros montillanos en África y en América Latina', señala la concejala. Ellos sirven de catalejo, de detector de necesidades urgentes; conectan directamente el Tercer Mundo con esta localidad de la campiña cordobesa, que tiene 23.000 habitantes y que vive de la agricultura, no sólo del cultivo de los viñedos que producen los vinos de Montilla-Moriles, sino del olivo y del cereal.
¿Qué tipo de proyectos suelen elegir? 'Trabajamos sobre todo en infraestructuras. Hace dos años firmamos un convenio con la municipalidad de Vichayal, en el departamento de Piura, al norte del Perú, para mejorar la alimentación de los niños. Pero no a través de la compra de alimentos, sino de la potenciación de la producción agrícola local y de la creación de industrias transformadoras', aclara Pepa Polonio. La idea es generar beneficios estables para toda la comunidad, favorecer un desarrollo integral, en vez de ir tapando huecos.
'Pero también impulsamos proyectos asistenciales, como el de la cárcel de Costa de Marfil', indica la concejala. 'En Zaire estamos promoviendo un internado para acoger a niños y una residencia para profesores. En Honduras, cuando lo del Huracán Mitch, hicimos una colecta especial: recaudamos 11 millones de pesetas (más de 66.000 euros) que sirvieron para comprar semillas para la próxima cosecha. En Nicaragua cooperamos con la construcción de viviendas'. Eso mismo han hecho en El Salvador, y también han apoyado la rehabilitación de niños discapacitados en Camerún. Todo se hilvana con el 1% de los cerca de 15 millones de euros anuales que constituyen el presupuesto municipal de Montilla.
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