Chávez, en España
El 12 de abril, los medios de comunicación españoles llamaban con toda justicia dictador y caudillo al teniente coronel Chávez. Pero su rocambolesca vuelta al poder ha silenciado todo atisbo de discurso crítico contra el militar venezolano. Los miles y miles de venezolanos demócratas que objetan desde una postura civilista y pacífica a Hugo Chávez (y que este 11 de mayo marcharon otra vez pidiendo su renuncia y su enjuiciamiento por la masacre de abril) son sistemáticamente ignorados por la hipocresía de una opinión pública internacional que ha decidido cerrar los ojos y disfrutar del petróleo venezolano.
Ahora Chávez visita a España, y en este país nadie comenta que la investigación sobre la masacre de Caracas apenas comienza (con lo que se sabrá si hubo otros grupos disparando), pero que las imágenes de la televisión ya permitieron identificar a varios individuos cercanos al régimen practicando tiro al blanco contra las personas que pedían la renuncia de Chávez. Un concejal del partido de gobierno; un sargento adscrito a la Casa Militar; funcionarios de la policía pro-chavista de Caracas; empleados gubernamentales del Seguro Social, funcionarios de la Imprenta Municipal y de la Alcaldía Libertador, entre otros (algunos de ellos delincuentes comunes con antecedentes penales).
Por otro lado, es pública la grabación en la que el presidente Chávez ordena la salida de un grupo de tanques para enfrentar a los civiles desarmados que se acercaban al Palacio de Gobierno.
España debe saber estas noticias. Entre otras cosas, porque un español que participaba en esa protesta (José Antonio Gamallo) continúa gravemente herido y no ha recibido ningún tipo de ayuda del Gobierno chavista, Gobierno que de esa forma ejecuta su venganza contra aquellos que lo adversan.
Pero el mundo calla. El mundo cierra los ojos. Chávez es ahora, por arte de magia, el defensor de la democracia.
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