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Entrevista:SANTIAGO RAMOS | Actor | ESTRENOS

'De niño soñaba con ser simplemente lo que soy, un actor'

Aurora Intxausti

Ignacio -Santiago Ramos (Boadilla, 1949)- es un hombre que está en un momento muy malo de su vida en Cuando todo esté en orden, película que se estrena hoy. Es un trabajador al que le han dado la jubilación anticipada y decide abandonar la ciudad para regresar a su pueblo y reconstruir su vida. 'Todo parece como un personaje en el colmo de las desgracias. Dejó una casa en el pueblo y en torno a ella un hijo con problemas con la droga. El personaje, a primera vista, era terrible, parecía como de tango, una situación trágica', apunta el actor.

Una moto destrozada en el porche de la casa del pueblo se convierte en el símbolo de la reconstrucción de la relación con su hijo. Santiago Ramos comparte con el personaje que en esta ocasión le ha tocado interpretar dos aficiones: su pasión por las motos y su amor por el canto.

Pregunta. ¿Interpretar un personaje en decadencia resulta difícil?

Respuesta. Doloroso. Ignacio entra en una atmósfera bonita, pero con una visión de la vida de una soledad pavorosa. Cuando llega a la casa y se encuentra el edificio destruido y descuidado tiene que empezar a poner orden. Es un personaje desolador. Lo que más me gustó de la historia era precisamente que tenía una trama que iba creciendo hacia un desenlace esperanzador. Se iba acercando a su hijo (Daniel Guzmán) cuando él decide reconstruir su vida. No tiene mala conciencia respecto a su hijo porque está convencido de que no ha hecho nada para merecer lo que le ocurre. Actúa con mano dura, por un lado, y por otro tiene un cariño profundo por su hijo.

P. A lo largo de su vida profesional ha trabajado en teatro, televisión y cine. ¿Dónde se siente más cómodo?

R. El medio que más me gusta es el cine, pero trabajando en teatro también me siento muy cómodo. La televisión es la que menos me entusiasma y es un medio más ajeno, más de circo, donde no llegas nunca a una intimidad, sea con la cámara o con el público. Es un medio que me resulta menos gratificante. En el cine o en el teatro me siento como actor muy a gusto; otra cosa es lo que les rodea. En el teatro, lo que me suele ocurrir es que hago personajes más cercanos estéticamente a las cosas que me gustan. Normalmente, en el teatro consigo hacer obras en general que tienen una proximidad conmigo. En el cine, en ocasiones me ocurre, pero en otras no. Todo lo que rodea al cine o al teatro siempre me ha parecido ajeno al trabajo del actor. No quería ser actor para participar en ese barullo. De niño soñaba con ser actor simplemente.

P. ¿Cómo observa la situación del cine español?

R. Se ha quedado en una cosa muy pequeñita, aunque no deja de tener un punto de mito y autenticidad, tanto en películas pequeñas como grandes. Hay una manera de practicar el oficio que sí tiene que ver con lo que se ha hecho antes.

P. ¿Le preocupa el parón que están sufriendo algunos rodajes en España?

R. Es posible que cada año haya unas cuantas películas que no se deberían hacer si pensamos si tienen o no salida comercial. Hace falta el dinero en el cine español para tratar de conseguir una industria potente y todos los caminos pueden llevar a conseguirla, pero si se ponen límites a filmes pequeños, como por ejemplo Solas, de Benito Zambrano, puede llegar a ser una equivocación. Es necesario que haya la posibilidad de que se produzca ese fenómeno. No hay que olvidar que cada año o cada dos aparece un realizador nuevo que tiene interés y que puede ser el director de pasado mañana. Creo que es un peligro poner límites exagerados.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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