_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La cumbre de los niños

Pese al inevitable interés de sus organizadores por convencer de lo contrario, los resultados de la sesión de la ONU sobre la infancia han sido definitivamente magros. Los 189 países reunidos en Nueva York, tras un maratón de ásperas negociaciones, han redactado un amplio documento de transacción, sin carácter vinculante, lleno de metas deseables, pero vacío de los necesarios compromisos materiales para conseguirlas. El catálogo de buenas intenciones, con el nombre de Un mundo más justo y el horizonte del año 2015, contempla reducir en dos tercios la mortalidad infantil, combatir mejor el sida, los abusos y la violencia o lograr una mejor educación para los más de 2.000 millones de menores del planeta. Pero en ese texto final ni se menciona siquiera la ya lejanísima aspiración de que los países más desarrollados aporten el 0,7% de sus economías para ayudar a los desheredados de la Tierra.

Más información
Una ONG critica el 'calvario' procesal de los niños que sufren abusos sexuales

Dos grandes bloques han pugnado por imponer sus puntos de vista. Las presiones del más conservador -Estados Unidos, el Vaticano y muchos países musulmanes- han conseguido del otro, encabezado por la Unión Europea, concesiones que se han plasmado en un documento descafeinado, del que se elimina, por ejemplo, cualquier referencia al aborto y a la prohibición de la pena de muerte como castigo a los delitos cometidos por menores de 18 años, vigente en casi la mitad de los Estados de EE UU. Los participantes en esta sesión especial de la Asamblea General se han perdido en un dédalo de desencuentros, algo frecuente en foros tan heterogéneos, de culturas, religiones, intereses y sistemas diferentes. A veces, sobre cuestiones pintorescas, como la pretensión estadounidense de hacer de la abstinencia la columna vertebral de la educación sexual, que contrastan de forma lacerante con la realidad de un mundo hambriento, donde mueren cada año millones de niños por enfermedades vergonzosamente simples y en el que otros centenares de miles hacen guerras como soldados, trabajan de porteadores o son convertidos en esclavos sexuales.

Pocos ejemplos tan crudos de este foso como el representado estos días por esos tres palestinos de 15 años dirigiéndose en misión suicida desde Gaza, armados con cuchillos y una bomba rudimentaria, hacia un vecino asentamiento judío, sólo para ser acribillados a distancia por los soldados que lo custodiaban.

La cumbre sobre la infancia es mejor que nada. Pero la insoportable suerte de tantos inocentes es cuestión acuciante, auténticamente global, que exige menos retórica y banderías y más compromisos fundamentales y urgentes, apoyados en medidas concretas para llevarlos a cabo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_