'Los jóvenes beben para intoxicarse, un patrón opuesto al tradicional'
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido tomarse en serio la lucha contra el abuso de alcohol. Durante la semana pasada, asesores y especialistas de esta organización se reunieron en Valencia para debatir y tomar medidas sobre los efectos de la publicidad sobre el consumo excesivo entre menores y adolescentes.
Una de las personas que acudieron al encuentro fue Sally Casswell, investigadora de la universidad de Auckland (Nueva Zelanda) y presidenta del Comité Asesor de Estrategias de Política contra el Alcoholismo de la OMS, cargos que no le impiden admitir abiertamente las bondades del vino. 'Es fantástico', reconoció recordando el que fue servido en la cena del encuentro.
'La juventud se define por las marcas que compra y las bebidas que consume'
Pregunta. En España existe un debate social en torno al incremento de consumo de alcohol entre menores y adolescentes, ¿se trata de un fenómeno extrapolable a otros países?
Respuesta. Sí, en el entorno de los países industrializados se ha registrado un aumento a lo largo de los últimos 10 años tanto del número de jóvenes bebedores como de la cantidad de alcohol que ingieren, especialmente entre el segmento de los 16 y 17 años.
P. ¿En todos estos casos existe un patrón de consumo estandarizado?
R. Sí, beben para intoxicarse. Los jóvenes no se gastan el dinero si no es para emborracharse. Es un patrón opuesto al tradicional, recurren a la bebida como sustancia psicoactiva.
P. ¿A qué se debe este incremento de bebedores juveniles?
R. En parte responde a los esquemas de la sociedad posmoderna, donde la juventud busca su identidad, tiene un mayor poder adquisitivo y se define por lo que compra, las marcas que compra y las bebidas que consume. Ser un bebedor ayuda a definir quien eres en tu comunidad. A ello se suma la influencia de esta sociedad cada vez más hedonista que busca una gratificación instantánea, además de la aparición de nuevos productos muy atractivos para los jóvenes.
P. ¿Es una solución el aumento de medidas restrictivas al consumo, como elevar la edad mínima para adquirir bebidas de los 16 a los 18 años como pretende el Gobierno?
R. Subir la edad de 16 a 18 me parece una buena decisión, la evidencia muestra que se trata de una medida efectiva. Aunque también tiene una incidencia positiva en la disminución del consumo el aumento del precio a través de un incremento los impuestos. En determinados países, este dinero tiene un destino común: se emplea para realizar campañas de concienciación sobre el abuso del alcohol.
P. ¿Qué paises son los que han puesto en marcha experiencias más efectivas?
R. En Estados Unidos han sido muy válidas las restricciones de edad, situadas en un mínimo de 21 años. Pero por ejemplo, los anuncios están amparados por la primera enmienda a la Constitución [que protege la libertad de expresión] por lo que el control de la pubicidad es limitado. En Australia funcionan muy bien los controles preventivos de alcoholemia. El caso de los países escandinavos es distinto. Su legislación ha perdido rigidez desde su entrada en la Unión Europea. Cada cultura tiene que determinar sus propias estrategias.
P. Aunque no sea el caso, ¿no considera negativa una regulación en exceso como la que se dio en los años 1930 en los Estados Unidos?
R. Desde luego, experiencias como ésta provocaron la aparición de problemas como el mercado ilícito, pero la ley seca no fue un desatre total. Por ejemplo, descendió el número de enfermos con cirrosis y el consumo.
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