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Francisco Leiro muestra en San Sebastián sus piezas escultóricas más intimistas

El autor gallego presenta en la Galería DV sus últimos trabajos en bronce

Maribel Marín Yarza

Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) es un escultor de grandes escalas que trabaja principalmente la madera, pero nadie lo diría al visitar su exposición en la Galería DV de San Sebastián (San Martín, 5). El artista, muy influido por la imaginería popular gallega, muestra en la sala sus trabajos menos conocido y más intimistas: pequeñas esculturas en bronce y una serie de dibujos en los que repite los esquemas de sus obras monumentales.

Leiro, uno de los escultores más destacados y reconocidos de su generación, vive a caballo entre Cambados y Nueva York. Su trabajo le mantenía ayer ocupado en el estudio que tiene en la Gran Manzana, lo que le impidió participar en la inauguración de la exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 16 de junio. En ella se descubre la otra cara de un artista apasionado por la escultura monumental. 'Queríamos mostrar al otro Leiro', asegura la responsable de la sala, Lourdes Fernández.

La muestra reúne una veintena de bronces realizados por el artista desde 1997 hasta hoy, piezas en que se hace evidente su predilección por representar figuras humanas, reales o inventadas, muy marcadas por la mitología gallega. El crítico Xosé Luis Méndez Ferrín escribe: 'En la obra de Leiro hay como una cierta llamada radical a sus raíces humanas, a las materias y energías cósmicas y a aquello que la hipótesis antropológica ha llamado ur-lenguaje o lengua primordial que precedió a la gallega materna de Leiro y a todas las demás lenguas que hubo y hay en el mundo'.

En DV expone desde un hombre anfibio que se arrastra por las paredes de la sala, a una ninfa y otras figuras reconocibles, pero al tiempo desfiguradas, igual que en sus obras más monumentales. Si hay una constante en Leiro, artista que huye deliberadamente de modas, es la figuración expresionista y referencias al arte tradicional gallego y a las formas arcaicas de la escultura.

En Nueva York

El trabajo del artista, hijo de un cantero, ha atravesado diferentes etapas. 'Al principio, cuando se dio a conocer en los años 80', recuerda Fernández, 'se parecía mucho a Koldobika Jauregi, siempre realizaba esculturas de gran escala en madera natural'. Su estancia en Nueva York, donde reside desde 1988, influyó en su obra. 'Ahí fue la primera vez que policromó la madera'.

Pero lo que determinó la evolución más evidente de sus creaciones fue su trabajo para la Galería Malborough de esa ciudad. 'Antes sus esculturas eran más estáticas y pasó a realizar obras con más movimiento'. También amplió entonces su horizonte artístico, que le ha permitido después exponer en salas de todo el mundo. Empezó a crear instalaciones, piezas colgantes y a dibujar, como se muestra en DV. En este caso, Leiro, que en su trayectoria ha dejado su sello artístico en calles de varias ciudades, presenta bocetos de sus esculturas.

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