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Reportaje:

La sierra de Madrid, desde la ventanilla del tren

Un recorrido en ferrocarril acerca a escolares de entre 10 y 16 años los secretos del Parque Natural de Peñalara

Cercedilla despertó ayer atenazada por la lluvia, el frío y el viento. Pero el mal tiempo no mermó la curiosidad de los 63 chavales del colegio privado madrileño Nuestra Señora de las Maravillas, que acudieron a este pequeño pueblo de la sierra madrileña para inaugurar la nueva temporada del Tren de la Naturaleza. La mayoría de los escolares, de entre 10 y 11 años, ya habían visitado con anterioridad esta parte de la sierra. Pero gracias a esta iniciativa, puesta en marcha por la Consejería de Medio Ambiente y Renfe hace ya 11 años, tuvieron ocasión de conocer en profundidad muchas de las especies de la flora y fauna que pueblan el parque natural de Peñalara.

Este entorno natural es el destino del tren de cercanías llamado de la Naturaleza, que une las estaciones de Cercedilla y Cotos, pasando por Navacerrada, y que es el que más pendiente tiene de toda España y el segundo que más alto llega: su estación final está a 1.750 metros.

El programa ofrece este año la posibilidad de tomar sólo un billete de ida hasta Cotos y regresar a pie

El trayecto, que dura aproximadamente una hora, permite observar de cerca los pinos silvestres o los de Valsaín, además de los fresnos y robles rebollos que abundan en la zona. A lo lejos, la vista se pierde en el valle y en el macizo de Siete Picos, uno de los más emblemáticos de la sierra. Varios monitores del programa guían la visita de los niños hacia los puntos más interesantes, mientras una voz informa desde unos altavoces de los problemas medioambientales que amenazan a este paraje.

El viaje no es el único punto de interés de la visita, que comienza en la estación de Cercedilla con una proyección audiovisual en un antiguo vagón de tren inutilizado. El vídeo muestra las variadas especies que podrán contemplarse durante el trayecto. También las que verán los chavales si optan además por un paseo de dos horas y media que, partiendo de Cotos, lleva hasta la Pradera de los Militares, pasando por el Mirador de la Gitana. La excursión ofrece, además, una comida al aire libre.

El Tren de la Naturaleza rueda de mayo a octubre, y está destinado principalmente a niños de entre 10 y 16 años. Los meses de mayo, junio, septiembre y octubre están reservados para los viajes escolares. Pero los viernes y sábados del verano el tren se abre también al resto de madrileños, con precios especiales para grupos. La novedad radica este año en la posibilidad, sólo ofrecida a los grupos de al menos 10 personas, de tomar sólo un billete de ida hasta Cotos y poder así regresar con cualquier otro medio de transporte, o a pie, hasta Cercedilla.

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'El objetivo de la iniciativa es concienciar a los madrileños de la importancia de respetar el medio natural de la Comunidad', explicó ayer el director general de Promoción y Disciplina Ambiental del Gobierno regional, Antonio Lucio.

Lucio, que acompañó a los niños del colegio Maravillas en esta primera salida de la temporada, recordó que son ya más de 40.000 las personas que han disfrutado el Tren de la Naturaleza desde su creación en 1991. 'Este año calculamos que serán más de 5.000 los viajeros interesados en conocer este entorno natural', aseguró.

Los 63 chavales del colegio Maravillas se mostraron entusiasmados con el viaje, aunque gran parte del trayecto en tren lo pasaron jugando y preparando sus discursos para los medios de comunicación que acompañaban a la comitiva, en lugar de mirar por las muy empañadas ventanas.

Juan Ignacio, Álvaro, Jaime y Paúl, alumnos de 5º de primaria, sabían bien lo que tenían que contestar a la prensa. 'Hemos aprendido que hay que cuidar la naturaleza', corearon los cuatro al unísono.

Ayer, los escolares estaban especialmente orgullosos de formar parte del viaje por dos motivos. Por un lado, porque gracias a su buen comportamiento su clase y la otra que realizó la visita habían sido las elegidas de entre los 10 cursos de quinto y sexto de primaria de la escuela para acudir al Tren de la Naturaleza. 'Hemos sido más buenos; los de sexto son más revoltosillos', apuntó Jaime, de 10 años. Su otro motivo de orgullo era que la aventura les ha salido gratis porque el Maravillas fue el año pasado el colegio que más salidas escolares en tren efectuó. Renfe quiso así premiar la fidelidad de la escuela con este educativo regalo.

Tren de la Naturaleza. En mayo, junio y octubre, sólo para escolares. Salidas a las 11.35 desde la estación de Cercedilla. En julio y agosto, viernes y sábados, para todos los públicos, a la misma hora. Precios: entre 4,82 y 7,82 euros.

Un ecosistema frágil

La principal enseñanza que se extrae del recorrido del Tren de la Naturaleza es la fragilidad de los ecosistemas naturales y, en este caso, de la sierra de Guadarrama. Refugio de animales y plantas, muchas de las especies que habitan en la zona sólo se encuentran aquí. Nada menos que el 70% de los vertebrados existentes en la sierra son especies protegidas. El ser humano puede ser un peligo para el monte. Así lo recuerdan los monitores que acompañan a los viajeros del tren. A modo de ejemplo, explican que los prados cercanos al pueblo de Cercedilla, ahora salpicados de solitarios fresnos y robles, estaban antiguamente recubiertos por estos árboles. Su desaparición fue provocada por la intensa actividad ganadera de la zona. Otras especies se desplazaron a zonas más aisladas de la sierra. La mano del hombre alteró también la fisonomía de la sierra, sustituyendo los robles autóctonos por pinos, debido a su mayor rendimiento maderero. En la zona de Valsaín, en la vertiente segoviana de la sierra, la explotación maderera sigue en auge y la recogida de los árboles cortados continúa haciendose de forma tradicional, empleando caballos. Pero, en la actualidad, la disminución de la madera como fuente de energía está permitiendo la recuperación de los antiguos robledales. El parque natural de Peñalara, el punto más alto de la sierra de Guadarrama, es uno de los lugares más visitados de la sierra. Espacio protegido desde 1930, fue declarado Parque Natural en 1990. Su fragilidad, singularidad y diversidad geológica han convertido a este lugar en un punto de gran interés para naturalistas y científicos.

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