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180.300 euros para un contagiado de hepatitis B

El Supremo da la razón al enfermo y zanja once años de pleitos

Once años y tres sentencias. Todo eso, además de una gran 'paciencia' y 'muchos cabreos', le ha costado a Miguel Ángel Pecharromán Ramos, de 36 años, conseguir que finalmente el Tribunal Supremo obligue al Insalud a admitir dos cosas: que en 1987 una transfusión de sangre que le hicieron en La Paz le contagió la hepatitis B y que tiene derecho a ser indemnizado por ello con 180.300 euros (30 millones de pesetas).

El Tribunal Supremo ha dictado ahora sentencia firme a favor de Pecharromán, después de que el Insalud recurriera en 1994 y 1997 sendas sentencias emitidas por la Audiencia de Madrid y un juzgado de primera instancia, respectivamente, que también le daban la razón.

Una moto se cruzó en la vida de Miguel Ángel la calurosa tarde del 18 de agosto de 1987 mientras, a sus 20 años, caminaba por un paso de cebra de la calle de Arturo Soria. El impacto con su cuerpo fue brutal, y las lesiones, gravísimas. La víctima tardó más de 500 días en restablecerse de las heridas. Además, perdió gran cantidad de sangre, lo que obligó a los médicos que le atendieron a hacerle varias transfusiones. En total, Miguel Ángel recibió hasta 13 bolsas de sangre, cada una de ellas de un volumen aproximado de medio litro. Una de estas bolsas, según dictaminó el Juzgado de Primera Instancia número 29 en 1994, no había sido tratada ni analizada correctamente en La Paz, lo que hizo que al cuerpo de Pecharromán llegara, además de millones de glóbulos rojos, el virus de la hepatitis B.

Dolencia crónica

La enfermedad, según el forense, le fue diagnosticada a Miguel Ángel un año y medio después del contagio, cuando ya se había convertido en 'crónica' y evolucionaba 'hacia cirrosis'. Por ello, el hombre ha sufrido todos estos años 'una merma de la capacidad funcional del organismo', según el forense. 'Si intento correr 50 metros, caigo fulminado', explica Miguel Ángel. A sus 36 años, trabaja de vigilante y encargado de mantenimiento en un garaje, por lo que cobra 721 euros (120.000 pesetas) al mes. 'Poco más puedo hacer. Me canso enseguida y debo seguir una vida muy ordenada: comer sólo de régimen, nada de alcohol y análisis cada seis meses para saber si la cirrosis ha aparecido ya', se lamenta.

Los forenses le han diagnosticado una invalidez permanente del 55%, lo que le da derecho a percibir, además de su sueldo, una pensión mensual de 601 euros. Que la cirrosis se desarrolle en su hígado es una idea que atormenta a Miguel Ángel. En ese caso, este órgano vital iniciaría un proceso degenerativo irreversible, que, con el trasplante como última alternativa, le podría llevar a la muerte. Sin embargo, hay algo que aún le da más miedo, algo que le hace sentir 'un pánico irracional': transmitir la enfermedad a sus dos hijos, de 10 y 12 años.

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