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El PSOE rechaza perder una sesión de control a Aznar en el Congreso

El PP critica la debilidad de Zapatero y su contradicción con Laborda

La dirección del PSOE ha decidido no pasar por alto, y menos sin protestar, la decisión del presidente del Gobierno, José María Aznar, de acudir una vez al mes al Senado a responder tres preguntas de control -dos de ellas de la oposición-, a costa de eliminar una de esas sesiones del Congreso de los Diputados.

La Ejecutiva Federal del PSOE 'no contribuirá' a las 'operaciones y estratagemas del PP a mayor gloria de Aznar', señaló ayer a este periódico el secretario de organización, José Blanco. En la ejecutiva socialista se estudiará la actitud que habrá de tomar el Grupo Socialista en el Senado si esa situación se produce. 'No vamos a ser comparsas de la operaciones ególatras de Aznar', dijo Blanco.

Aunque Blanco declinó referirse a la actuación del portavoz socialista en el Senado, Juan José Laborda, quien aceptó el pasado martes la citada propuesta planteada por la presidenta de la cámara, Esperanza Aguirre, otros miembros de la ejecutiva confirmaron cierto malestar porque su compañero no mostrara de inmediato más reservas que las que, al parecer, puso de manifiesto en esa cita. Estos interlocutores señalan que todavía no se ha producido una conversación 'al más alto nivel' del secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, con Laborda. Pero aseguraron que se producirá.

Absurdo reglamentariamente

De momento, el principal defensor de Laborda es Javier Rojo, vicepresidente segundo del Senado y Secretario de Relaciones Institucionales de la ejecutiva federal, que niega 'las especulaciones' sobre su asunción precisamente de la portavocía en el Senado. Tanto Laborda como Rojo, que asistieron el martes a las reuniones de la junta de portavoces y de la mesa del Senado en las que les comunicaron que Aznar acudiría a esa cámara una vez al mes, afirman que 'reglamentariamente' es absurdo oponerse a esa presencia. Sobre todo porque el presidente puede ir a las Cámaras cuando quiera. Rojo, sin embargo, sí lamenta y reprocha al PP que en ningún momento se les explicara que esas apariciones de Aznar serían en detrimento de las que ya tiene en el Congreso.

'Nosotros, con quien queremos que Aznar debata en el Senado es con los presidentes Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José Bono, Manuel Chaves o Manuel Fraga', señala Laborda, en línea con lo que defendió el pasado miércoles en una interpelación que presentó al Gobierno para que cumpla sus obligaciones con la Cámara Alta. Sobre todo, ante el incumplimiento reiterado del debate de las autonomías, que no se convoca desde 1997. Pero las alarmas se han encendido en el PSOE al entender que Aznar lo que pretende es acudir una vez menos al Congreso y eludir una pregunta semanal de Zapatero. 'No es de recibo pretender que el Senado sea un congreso pequeñito en materia de control; el control al Gobierno corresponde a la oposición en el Congreso', remachó Laborda.

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El PSOE, si el PP insiste en esta iniciativa, 'no participará' en esas preguntas de control en el Senado o lo hará sólo sobre materias autonómicas, para denunciar el permanente incumplimiento gubernamental hacia esa cámara en esa materia.

El PP aprovechó estas supuestas divergencias en el PSOE para cuestionar 'la debilidad de liderazgo de Zapatero y su golpe de autoridad para no perder tres minutos de gloria', según subrayó ayer Estebán González Pons, el portavoz popular en la cámara. Insistió en que no es comprensible que el PSOE demande una revitalización del Senado y más intervenciones de Aznar y luego rechace la sesión de control. González Pons añadió que los socialistas podrían disfrutar alguna semana en el Senado de hasta dos preguntas de control a Aznar, pero no pueden rechazar de partida una cuestión concreta a no ser que renuncien a todas las de su cupo, porque es el presidente el que decide qué es lo que contesta.

Éxito de estrategia del PP

La satisfacción campa sin disimulos entre los principales dirigentes del Partido Popular, ante el éxito cosechado con esta estrategia encaminada a diluir la presión a la que el PSOE lleva sometiendo en los últimos meses al Gobierno en las sesiones de control del Congreso de los Diputados. El principal objetivo de esos acosos parlamentarios se había concentrado hasta ahora en el vicepresidente segundo Rodrigo Rato, el candidato a la sucesión de José María Aznar teóricamente mejor situado. El PP ya advirtió al PSOE, cuando sus frentes políticos se diversificaron con Mariano Rajoy, Pío Cabanillas o incluso el propio Aznar, de que no estaban dispuestos a consentir esas duras batidas dialécticas. El secretario general del PP, Javier Arenas, y el portavoz en el Congreso, Luis de Grandes, avisaron de que no permitirían que el PSOE concentrase todo su cupo de preguntas de control (ocho) sobre un ministro. Luego anunciaron que actuarían judicialmente contra las insinuaciones que les parecieran calumniosas. Y ahora han rebajado a un máximo de dos al mes los debates entre Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero.

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