Una vecindad compleja

Se puede decir que las relaciones hispanomarroquíes han sido siempre pasionales. Hasta noviembre de 1975, durante los largos decenios en los que gobernó el Caudillo, (...) estas relaciones obedecían (...) a una mezcla de nostalgia y reminiscencia. El Generalísimo (...) no sintió nunca simpatía por Marruecos. Era la encarnación de esa extrema derecha (...) nostálgica del imperio perdido. (...) Con Juan Carlos llegó la primavera española. Adolfo Suárez, (...) que aseguró la transición del franquismo a la democracia, (...) no sentía ni hostilidad ni simpatía por Marruecos. (...) Felipe González brindó su amistad a Marruecos, pero no pudo nunca neutralizar cierto sentimiento antimarroquí presente en el seno de su propio partido. (...) Ese sentimiento antimarroquí español presenta siempre los mismos ingredientes: Sáhara, Ceuta y Melilla, la pesca, la inmigración clandestina. (...) El Gobierno de José María Aznar se enfrenta a esta situación, en la que sólo el diálogo podrá sacar las complejas relaciones hispanomarroquíes del estancamiento en el que se encuentran a causa de incomprensiones seculares, especialmente por parte española. Si España, que justamente reivindica Gibraltar, ignora nuestras reivindicaciones respecto al Sáhara, (...) nuestra legítima lucha por la unidad nacional, (...) y se alía con la propuesta de Argelia poniendo en peligro su amistad con Marruecos, eligiendo la impostura y apoyando las sórdidas negociaciones que se llevan a cabo en los pasillos del Consejo de Seguridad, (...) esto nos producirá, con razón, una cierta acritud. (...)

Hassan Alaoui

Casablanca, 30 de abril