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Reportaje:

Merrill Lynch revela sus relaciones

La firma identifica a sus clientes para clarificar su negocio como analista y banco de inversión

Merrill Lynch, azuzado por el fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, ha empezado a identificar las compañías con las que mantiene relación. La SEC ha anunciado una investigación que afecta a todas las empresas del sector, para analizar las relaciones entre analistas y bancos de inversión.

El correo de un analista reconocía su falta de independencia con los bancarios y admitía estar haciendo perder dinero a los inversores

La medida es una de las acordadas con el fiscal general de Nueva York, que hace tres semanas acusó a la venerable institución de poco menos que de fraude por la flagrante contradicción entre lo que sus analistas recomendaban en público a los crédulos inversores y lo que comentaban en privado. Fiscal y banco están todavía negociando un acuerdo para resolver el caso, mientras sobre Merrill han caído ya las primeras demandas de inversores que han tomado conciencia de haber sido corderitos llevados al matadero financiero. Sobre Salomon Smith Barney, una división de Citigroup, pesa la misma amenaza, al tiempo que el resto del sector espera el resultado de otras pesquisas en marcha.

El centenario banco relaciona en su web las firmas a las que ha facturado por sus actividades de banco de inversiones durante el pasado año, información que próximamente aparecerá en los informes de sus analistas sobre otras compañías, en los que también quedará claro qué negocios ha hecho o espera hacer con ellas. Merrill también va a comunicar a los inversores cuántos de los valores que cubre tienen la recomendación de comprar y cuántos otros dictámenes distintos y menos atractivos.

Son algunas de las medidas pactadas por Merrill Lynch con el fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, quien a primeros de mes sacudió al sector de la banca de inversiones norteamericana al revelar el conflicto de intereses entre analistas y bancarios que trabajan bajo el mismo techo, en teoría como divisiones independientes del mismo banco, pero en la práctica enfeudados los analistas con quienes llevan el negocio inversor.

Tras 10 meses de analizar las relaciones entre unos y otros en el seno de Merrill Lynch, con el escrutinio de unos 30.000 correos electrónicos, Spitzer llegó a la conclusión de que 'la gente que elaboraba informes sobre valores a veces funcionaba esencialmente como agentes de ventas de la sección de banca de inversiones de la firma'. Al estar vinculada la capacidad de allegar negocio al banco con la retribución, los analistas recomendaban enfebrecidamente a los inversores que compraran papel en tal o cual compañía, muy en particular en las puntocom, pese a que de puertas para adentro vertieran despectivos comentarios sobre la basura que era el papel de tales compañías. Esas recomendaciones de inversión eran respondidas por las agradecidas firmas mediante la contratación de servicios del banco.

La recién estrenada transparencia de Merrill, que ya el año pasado prohibió a sus analistas invertir en las compañías que evaluaban, forma parte de un paquete de reformas que está aún por definir. Spitzer ha renunciado a imponer la separación del negocio de análisis (que no da dinero) del de inversión, pero insiste en sancionar a Merrill y arrancarle un reconocimiento de haber cometido ilegalidades, además de exigirle respuestas que garanticen la corrección de lo que él considera fallos estructurales básicos del sistema. Todo ello sin abandonar la amenaza de un procesamiento formal. Ante el eventual choque, Merrill ha contratado como asesor a Rudolph Giuliani, que antes de ser alcalde de Nueva York se hizo un gran nombre combatiendo lo mismo la delincuencia mafiosa que la de cuello blanco de Wall Street.

La connivencia entre analistas y bancarios -puesta explícitamente de manifiesto en un e-mail en el que una analista decía: 'Estamos haciendo perder dinero a la gente y eso no me gusta', además de manifestar que 'toda esa idea de que somos independientes del sector de inversiones no es más que una gran mentira'-, unida a las contradicciones entre las manifestaciones públicas y las creencias privadas de los analistas amenaza con desencadenar un aluvión de demandas.

Capacidad de arrastre

El pasado lunes, dos grupos de accionistas damnificados por sus inversiones en Excite@Home e Internet Capital Group presentaron sendas demandas contra Merrill Lynch y Henry Blodget, su broker estrella, basándose en las investigaciones de Spitzer. 'Los analistas jaleaban públicamente y despreciaban en privado numerosas compañías en su búsqueda de lucrativos compromisos para la sección de inversiones de Merrill al tiempo que buscaban el incremento de su propia remuneración', dicen los demandantes.

Blodget, quien desde noviembre del año pasado ya está fuera de Merrill Lynch, era una figura de irresistible capacidad de arrastre. En uno de los documentos en poder de Spitzer, Blodget anuncia a sus superiores a finales de 2000 que ha participado en 52 transacciones que reportaron a la compañía negocio por valor de 115 millones de dólares. La reacción de los gestores del banco fue inmediata: los tres millones de dólares de retribución del genio en 1999 se cuadruplicaron en el 2001.

Tenía también una palabra que pasaba por infalible a pesar de la evidencia. Spitzer deshizo el ovillo de Merrill Lynch.

Investigación entre la flor y nata financiera

Fuentes próximas al fiscal general de Nueva York han revelado que Spitzer está investigando la incestuosa relación entre las divisiones de análisis y de inversión en la flor y nata de la banca de inversiones de Estados Unidos. Los Crédit Suisse First Boston, Morgan Stanley Dean Witter, Bear Sterns, Salomon Smith Barney, Goldman Sachs, Lehman Brothers, Lazard Frères, UBS Paine-Webber... están en el punto de mira de Spitzer, que no ha confirmado nombres. Antes de que Spitzer pidiera documentación a Salomon, Zamansky ya había demandado a Jack Graubman, otro gurú en la línea de Blodget. El abogado reclama un arbitraje como el de Merrill para un cliente que dice haber perdido 455.000 dólares por seguir los consejos inversores de Graubman, que insistía en recomendar la compra de Global Crossing cuando, alega el damnificado, hasta el presidente de la compañía estaba desprendiéndose de acciones. El cliente de Zamansky exige a Salomon Smith Barney la devolución de lo perdido y daños por valor de 10 millones de dólares, cantidad que, dice, es la mitad de la retribución de Graubman. Spitzer ha pedido a Salomon Smith Barney todas las comunicaciones entre el equipo de Graubman y la división de inversiones del banco cruzadas desde 1998 y relacionadas con 54 compañías, firmas sobre las que Graubman recomendaba invertir o mantener la posición a pesar del desplome bursátil que comenzó en 2000. Varias de estas entidades han quebrado, otras están en suspensión de pagos y algunas, como Qwest y Global Crossing, son objeto de investigación por la SEC.

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