Horror en el instituto
Los alemanes, y todos los europeos, quedaron ayer sumidos en el espanto tras conocer la matanza de 17 personas -14 profesores, 2 alumnos y 1 policía- en el instituto Gutenberg de Erfurt, en el este de Alemania. El autor fue un joven de 19 años expulsado del centro hace unos meses y que se suicidó dejando un reguero de víctimas que establece un hito pavoroso.
Hechos como éstos alimentan inevitablemente el debate y el miedo sobre la creciente inseguridad ciudadana que parece dominar en estos días en Europa. Pero sería irresponsable sacar conclusiones generales a partir de un crimen que sólo puede explicarse desde un estado de demencia y de una irrefrenable sed de venganza. Lo que sí exige una explicación es cómo pudo hacerse el autor de la matanza con una pistola y un fusil de repetición. Los hechos han coincidido 'de forma macabra', como dijo el ministro del Interior, con el debate parlamentario de una ley para endurecer las ya estrictas condiciones que regulan la posesión de armas en Alemania. Por desgracia, esta tragedia pone de relieve que el acceso a las armas de fuego es hoy más fácil, entre otras razones por del contrabando proveniente de los Balcanes y otras zonas de Europa.
No cabe argumentar que el instituto debía haberse preparado frente a estas posibles amenazas. Ante locuras así es casi imposible la defensa, como no lo fue en 1996 cuando un desequilibrado asesinó a 16 escolares y su institutriz en la ciudad escocesa de Dunblane. Sólo puede apuntarse que el adolescente debería haber estado sometido a un seguimiento más cercano y responsable por las autoridades escolares y, sobre todo, por sus familiares. Pero de esta tragedia no se puede deducir teoría general alguna.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.