El jardín de Laribal recobra su esplendor
Tras una laboriosa restauración, el histórico recinto se reabre al público
A lo largo de una brusca pendiente de 32 metros, desde la Fundación Miró hasta el Teatre Grec, se extienden siguiendo la curva del paseo de Santa Madrona los espléndidos jardines de Laribal, donde antaño manaba la famosa Font del Gat.
Tras años de injusto abandono, este excepcional espacio verde de la vertiente noroeste de la montaña de Montjuïc ha recuperado su esplendor gracias a un minucioso trabajo de restauración ejecutado a partir de las pautas que dejó escritas el hombre que diseñó el jardín a principios del siglo pasado, el ingeniero y paisajista francés Jean Claude Forestier. Después de 14 meses de obras, en las que se han invertido 1.800.000 euros, los jardines de Laribal se reabrieron ayer al público. Forestier aprovechó la accidentada topografía de la finca adquirida en 1909 por el periodista y político republicano Josep Laribal para diseñar un frondoso conjunto de terrazas, caminitos y plazuelas conectados por pronunciadas escaleras y saltos de agua. 'Sólo paseando y pisando estos jardines se puede apreciar el valor paisajístico de este espacio único y excepcional', dijo ayer el alcalde, Joan Clos, durante la festiva inauguración de los históricos jardines, a la que acudieron centenares de barceloneses.
El 'delicado' trabajo de restauración de este parque forma parte del Plan Director del Parque de Montjuïc, que pretende crear en la ciudad una zona donde convivan ' naturaleza, cultura y deporte', según resaltó Clos.
Obedeciendo al pie de la letra las directrices de Forestier que constan en la Carta de Florencia sobre Restauración de Jardines Históricos, el Ayuntamiento ha reforestado el jardín con miles de plantas, ha reconstruido bancos, pérgolas, cascadas y piezas esmaltadas. Ha instalado un nuevo sistema de alumbrado y de riego y ha vallado el recinto.
Para más adelante queda la apertura del edificio reformado de Puig i Cadafalch, que albergará el Centro Gestor del Parque de Montjuïc, y la restauración de la Font del Gat, célebre por la popular canción de la 'noia y el soldat'y por la pronunciada curva del antiguo circuito automovilístico.
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