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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

La rebelión del agua

La Cañada de las Norias (Almería) es un curioso humedal cercado por los invernaderos

A comienzos de los años ochenta, los agricultores del Campo de Dalías encontraron en el entorno de Norias de Daza y La Mojonera, pedanías de El Ejido, el sustrato adecuado para rellenar los invernaderos que cubren toda esta comarca. La extracción de los limos rojos, que tan útiles resultan para acomodar las plantaciones bajo plástico, dio lugar a una serie de excavaciones que pronto resultaron inundadas. El fenómeno venía explicado por la escasa profundidad a la que se encontraban las aguas de un importante acuífero cuyos recursos, además, no eran aprovechables debido a su elevada salinidad.

En poco tiempo surgió un humedal de casi 200 hectáreas, repartidas entre distintos parajes. El mantenimiento de la lámina de agua a lo largo de todo el año, en una zona donde este recurso escasea, convirtió la zona en refugio para una densa comunidad vegetal, formada por cañaverales, eneas, carrizos, juncos y tarayales. Un cinturón verde que pronto sirvió de soporte vital para numerosas aves acuáticas. Los naturalistas que asistieron a este milagro bautizaron el lugar como Cañada de las Norias, y comenzaron a estudiar cómo la naturaleza se hacía fuerte en este oasis rodeado de invernaderos.

En 1992, y en lo que se refiere a aves acuáticas, ya se citaba en este enclave la presencia de medio centenar de especies, cifra que no dejó de crecer en años posteriores. La revisión de todos los censos que se han llevado a cabo en la zona arroja, en la actualidad, un total de 165 especies de aves, entre acuáticas y terrestres, asociadas a este humedal, de las que 57 nidifican con regularidad en el mismo. Cañada de las Norias se ha convertido en una pieza clave dentro del entramado de espacios naturales que en Andalucía sirven como lugar de invernada para la avifauna continental, y zona de descanso en las concurridas rutas migratorias que enlazan Europa y África.

'Sin lugar a dudas', explica José Javier Matamala, miembro del Comité Internacional de Expertos sobre Anátidas en Peligro de Extinción, 'las joyas de la avifauna acuática de Cañada de las Norias son la malvasía cabeciblanca y la cerceta pardilla, especies en peligro de extinción que han encontrado en este enclave uno de los escasísimos puntos donde se reproducen con normalidad, sobre todo durante los largos periodos de sequía'. Solo por este motivo debería haberse otorgado alguna figura de protección a estos parajes, reclamo sobre el que se viene polemizando desde hace años.

La Sociedad Española de Ornitología, en colaboración con el Ayuntamiento de El Ejido, creó una reserva ornitológica en la que se desarrollan diversas actividades científicas y de divulgación. Sin embargo, los terrenos de titularidad pública apenas representan una docena de hectáreas, mientras que el resto de la cañada se reparte entre diferentes propietarios particulares que no están obligados al mantenimiento de estos ecosistemas.

Esta circunstancia podría resolverse, tal y como contempla la legislación andaluza, acudiendo a la figura de Reserva Natural Concertada, que ya se ha aplicado en otras fincas privadas de gran valor ecológico. Así lo anunció la Consejería de Medio Ambiente en 1996, pero lo cierto es que, hasta ahora, no ha prosperado esta iniciativa, al igual que tampoco se ha resuelto su declaración como Zona de Especial Protección para las Aves. 'Todo ha quedado en una declaración de buenas intenciones y, mientras, el abandono y deterioro de este espacio se hacen cada vez más insostenibles', lamenta Matamala.

Residuos urbanos y agrícolas se depositan sin demasiado control en las proximidades del humedal. Los especialistas se muestran sobre todo preocupados por la contaminación que pueden originar algunas sustancias químicas procedentes de los invernaderos, cuestión que ya ha causado problemas en las albuferas de Adra.

La Cañada de las Norias constituye, a juicio de Matamala, uno de los pocos ejemplos que existen, a escala mundial, sobre el nacimiento artificial de hábitats de interés ecológico, un fenómeno muy poco frecuente. 'Merece la pena conservar este enclave', concluye, 'para que equipos compuestos por científicos de distintas disciplinas estudien cómo se instala y evoluciona la natura bajo tales condiciones'.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Inventario de ausencias

Los humedales andaluces, a pesar de su importancia ecológica, han sufrido un grave retroceso que, aún hoy, contando con disposiciones legales que amparan a la mayoría de ellos, no se ha detenido. A lo largo del siglo XX se desecaron miles de hectáreas y con ellas desaparecieron enclaves tan valiosos como la laguna de la Janda (Cádiz), la mayor de Andalucía y una de las más importantes de España. Si bien en toda la región se ha perdido el 80% de la superficie que ocupaban humedales de distinto tipo, todavía se mantiene un importante reducto de estos ecosistemas. Según el Ministerio de Medio Ambiente son 309 masas de agua, no desecadas, poco profundas y de un tamaño superior a 0,5 hectáreas, las que integran este patrimonio natural. En conjunto suman algo más de 78.000 hectáreas, siendo Doñana, con unas 50.000 hectáreas, la comarca que mayor superficie aporta a este inventario. Si se excluye este extenso territorio, el resto de humedales se reparten, en su gran mayoría, entre las provincias de Huelva (53%), Cádiz (34%), Almería (6%) y Málaga (6%). En Almería, la pérdida de superficie ocupada por zonas húmedas se cifra en un 70%, porcentaje al que ha contribuido la reciente desaparición de un buen número de explotaciones salineras, que jugaban un papel fundamental en el mantenimiento de importantes comunidades vegetales y animales a lo largo de la franja litoral. Las salinas de Guardias Viejas y San Rafael hace años que se abandonaron y ahora se encuentran sometidas a un proceso de urbanización que terminará por aniquilar cualquier rastro de su primitiva riqueza ecológica. También dejaron de ser rentables las salinas de San Juan de los Terreros y las de Cerrillos, aunque estas últimas mantienen una parte de su primitiva riqueza ecológica al estar incluidas dentro del Paraje Natural de Punta Entinas-Sabinar.

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