Titanes a remojo en la calle de Alcalá

Madrid, desde sus áticos, asiste a un combate silencioso entre titanes que pugnan por la suprema elegancia. Esculpidos en ricos metales, exhiben la maestría de sus rasgos y la fortaleza de sus músculos. Coronan los más altos edificios de la Gran Vía o de Alcalá. Precisamente en el 16 de esta arteria, dos cuádrigas con sus desafiantes aurigas, fruto del cincel de Higinio de Basterra, alardean de sus 25 toneladas de cobre, bronce, plomo y hierro. Basadas en dos antiguos aljibes, culminan el edificio de la sede comercial del Banco de Bilbao, hoy BBVA, canon tectónico del sentido emprendedor de los vascos. Inaugurado en 1923, obra del bilbaíno Ricardo de Bastida, ornamentado por Quintín de Torre y Aureliano Arteta, el edificio es objeto de una reforma, evaluada en nueve millones, que acabará en mayo.

El arquitecto Joaquín Lizasoaín ha trocado en circular la anterior distribución rectangular del edificio, sobre una de las bóvedas de cristal más bellas de Madrid, para unir con patios transparentes las cuatro fincas que el banco ocupa. Su fachada, de empaque horizontal único, también está siendo tratada. Arriba, donde hace dos años fueron rodadas escenas del filme La Comunidad, de Álex de la Iglesia, restauradores de ambos sexos recuperan con riesgo la pátina broncínea de aurigas y carros, oscurecidos durante la guerra civil para esquivar la artillería.