El último arte español lleva la ironía y la sensualidad a Berlín en la exposición 'Big Sur'
La generación de los noventa rompe con las formas en un contexto internacional
Una selección de 16 artistas, siete de ellos mujeres, que se dan a conocer en los años noventa, presentaron ayer en Berlín la exposición Big Sur, con las propuestas más irónicas y sensuales que identifican el nuevo arte español. El Museo Hamburger Bahnhof ofrece una diversidad de piezas actuales en un territorio sembrado de grandes nombres del conceptual, minimal y povera, en una operación montada por el Ministerio de Cultura con los fondos del Museo Reina Sofía y el patrocinio de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que ha aportado 120.000 euros.
Javier Pérez ha montado su Torre del sonido con 2.500 piezas de vidrio soplado en el vestíbulo del Hamburger Bahnhof, una antigua estación convertida en centro de arte contemporáneo, a un paso de la colección Marx, con grandes obras de Kiefer, Long, Serra y Judd. Los espacios de los artistas españoles se codean con otros donde lo normal es tropezarse con Beuys, Merz, Hirst, Flavin y Kounellis.
Los contrastes y la diversidad, que es uno de los conceptos de esta generación de los noventa, según el comisario de Big Sur, Enrique Juncosa, subdirector artístico del Reina Sofía, empiezan en el jardín con la chabola de Jesús Palomino, instalación efímera como brochazos abstractos que hablan de otra realidad frente a los multimillonarios cuadros de Twombly y Rauschenberg en el interior.
'Ésta es la operación más importante de un impulso generacional en el ámbito internacional', afirmó ayer Juan Manuel Bonet, director del Reina Sofía, cuyo museo ha comprado en los últimos años la mayoría de las piezas expuestas. 'Estas obras en diversos soportes hablan del arte español en un contexto internacional y tienen una personalidad híbrida y fronteriza'.
El interés por el nuevo arte español fue subrayado también por Peter-Klaus Schuster, director general de los Museos Estatales de Berlín, al dar la bienvenida a una 'nueva y excitante mirada sobre España'.
Enrique Juncosa toma el título de una novela de Jack Kerouac para montar con Big Sur un espacio literario y mental y no tanto un lugar geográfico. En su selección, ha pasado por alto los ochenta de Barceló, Sicilia, Broto, Pérez Villalta, Muñoz y Campano para desbrozar las características de una generación que empieza a exponer en los últimos cinco años y con una presencia internacional en bienales y galerías. Luis Miguel Enciso, presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (antes Nuevo Milenio), tras señalar la 'globalización de iniciativas' con la colaboración entre sociedad civil y Estado, destacó que en la exposición hay 'huellas de la tradición artística española y rastros de la capacidad renovadora del arte actual inserto en un arte europeo'.
Paradoja
El visitante puede comprobar las características de esta generación, según Juncosa, como la diversidad de las técnicas, el trabajo analítico y conceptural, la referencia cultural (de la filosofía a las discotecas), la paradoja como recurso expresivo en una obra abierta y compleja. Los vídeos de las actuaciones de Pilar Albarracín proporcionan sonrisas al combinar el baile de la cabra y la tortilla española. Las pinturas de Victoria Civera y Ángel Mateo Charris están cerca de la proyección digital de Antoni Abad. En otros espacios se alternan las obras de pared de José Manuel Ballester, Darío Urzay y Monserrat Soto con instalaciones de Ana Laura Aláez, Eulàlia Valldosera, Carles Congost, Alberto Peral, Susy Gómez, Daniel Canogar y Marina Núñez. Canogar, con una vanitas del barroco convertida en un osario cósmico, destaca la variedad, la sensualidad y una plástica visual en el conjunto de las piezas frente a los trabajos más conceptuales y teóricos que se suelen ver en Berlín.
Monserrat Soto, que presenta un paisaje infinito (una valla fotografiada en Nueva York), declara que Big Sur es sobre todo una exposición con los fondos de un museo y es normal que en la selección falten otros nombres. 'Es importante que el arte español se abra al exterior, ya que no hay ningún apoyo oficial en la política exterior de cultura'.
La galerista Helga de Alvear también celebraba esa salida del arte español con identidad propia. Javier Pérez dice que es difícil reducir a una exposición las actitudes artísticas de una época. Le interesa la variedad de las propuestas y lo que reflejan los primeros visitantes, que comentan la cuidada elección de los materiales y la elegancia de los trabajos, aunque apenas tocan temas sociales. Enrique Juncosa afirma que ha seguido un gusto personal y que la ideología es más colateral. 'Las obras no se leen como un discurso político, aunque creo que en Susy Gómez, por ejemplo, lo que aparece banal tiene ecología y política, con temas de simulación que aniquilan al sujeto'.
Babelia
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