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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Lesbiana, discapacitada y madre

Como lesbiana, discapacitada física y madre, el editorial de EL PAÍS del 10 a abril de 2002 titulado Sordera de encargo me parece de una virulencia digna de mejor causa.

En primer lugar, se mezclan dos cosas que no tienen nada que ver. Las lesbianas y las parejas del mismo sexo hace mucho tiempo que tenemos hijos e hijas, con ayuda de la ciencia o sin ella. No somos estériles. Un reciente estudio norteamericano habla de que el 40% de las lesbianas tienen hijos.

En España vamos por ese camino. Hasta ahora nunca he escuchado que un medio progresista se metiera con las madres solteras, que se han atrevido a

'programar' hijos 'huérfanos' de uno de los dos sexos. No se nos puede prohibir a gays y lesbianas tener hijos, y dentro de poco alguien tendrá que decir que limitando nuestros derechos se están limitando los de nuestros hijos.

Los miles de hijos de gays y lesbianas se han convertido en el equivalente de los antiguos hijos ilegítimos.

Este editorial ignora absolutamente todos los informes y estudios, entre otros el muy reciente de la Asociación Americana de Pediatría, que demuestran que no existen problemas para los niños ni es malo para ellos nacer y ser educados por gays, lesbianas, madres o padres solteros, viudas, viudos...

La lucha que las asociaciones de Colectivos de Lesbianas y Gays hemos emprendido hace tiempo para que no se mezcle este tema con argumentos viscerales y para que se lea toda la documentación científica existente no ha hecho mella en el editorialista.

Lo segundo, el tema de la sordera, en mi opinión, que ya no en la de mi asociación, denota también cierta visceralidad poco reflexionada.

La madre sorda no ha manipulado genéticamente el embrión para que el niño naciera sordo. Simplemente ha escogido el semen de un donante que comparte con ella esa condición.

Si el niño hubiera nacido de la relación heterosexual entre dos personas sordas, este nacimiento no habría sido noticia. En realidad, es lo mismo. Dos personas sordas que deciden tener un hijo aun a sabiendas de que, posiblemente, será sordo. El niño en ambos casos podía ser oyente.

Habría que recordar que los embriones que ofrecen las clínicas de inseminación ya están 'escogidos'; sólo que, en este caso, para que los niños sean altos, rubios, inteligentes..., desde luego blancos.

Hay personas que no percibimos eso que llaman 'minusvalías', sino como diferencias, y en todo caso y llevando su argumento hasta el extremo, ¿quiénes somos los adultos para engendrar niños que no han podido elegir si quieren nacer o no; si quieren ser africanos o europeos; si quieren ser niños o niñas; si quieren ser pobres o ricos?

Creo que un tema como el tratado merecía un editorial un poco más reflexivo y menos visceral.

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