_
_
_
_
_
Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Aguas poco corrientes

Depuradoras que usan tecnologías alternativas funcionan ya en 261 municipios andaluces

La gestión del agua es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los municipios andaluces, ya sea por las deficiencias en los sistemas de abastecimiento o por la insuficiente, y a veces nula, depuración de sus aguas residuales. Gracias a una mayor capacidad inversora, y a la disponibilidad de recursos técnicos, las grandes ciudades han ido resolviendo estas carencias que, sin embargo, siguen estando muy presentes en numerosas localidades medianas y pequeñas.

Los últimos datos publicados por la Consejería de Medio Ambiente, que a su vez remiten a un informe del Ministerio de Medio Ambiente de en 2001, revelan que un 43% de la población andaluza vierte sus aguas residuales sin someterlas a procesos de depuración conformes a la normativa comunitaria. Otro 20% estaría en proceso de corregir esta situación, y el 39% restante podría pasar el examen que Bruselas ha fijado para 2005, año en el que todos los municipios de la Unión Europea deben depurar sus residuos líquidos urbanos.

Al menos en lo que se refiere a ciudades de más de 20.000 habitantes, la Junta está convencida de que cumplirá el mandato comunitario en los tres años que restan, puesto que en ese plazo de tiempo estarán terminadas la práctica totalidad de las depuradoras previstas en dichas localidades. Otra cosa bien distinta es que estas funcionen correctamente, algo que compete a los ayuntamientos. Ya el pasado año la Consejería de Obras Públicas calificó como 'regular o malo' el funcionamiento de nueve depuradoras (sobre un total de 62 instalaciones en funcionamiento) situadas en estas urbes de mediano o gran tamaño, lo que supone más de un 14% de instalaciones deficientes.

Elevados costes

Casi siempre estas irregularidades son consecuencia de los elevados costes que se derivan de una adecuada gestión y mantenimiento, responsabilidad que no siempre están en condiciones de asumir las administraciones locales. Y lo que es complicado para un municipio de 30.000 habitantes se vuelve literalmente insoportable para una localidad de 2.500 vecinos. Aquí es donde se localiza el principal escollo para lograr la depuración total a la que aspiran las autoridades europeas.

Cuando a finales de los años setenta la Junta se embarcó en un ambicioso plan para dotar de depuradoras convencionales a las urbes de menor tamaño no tardó mucho en aprender la lección. Muchas de aquellas instalaciones jamás llegaron a ponerse en funcionamiento.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La única alternativa era desarrollar técnicas no convencionales de depuración que, siendo efectivas, apenas precisaran de recursos para su gestión y mantenimiento. Así nació, en 1987, el Plan Andaluz de Tecnologías de Bajo Coste para la Depuración de Aguas Residuales Urbanas, gestionado por las consejerías de Medio Ambiente y Obras Públicas, que se apoya, en sus aspectos técnicos y científicos, en las investigaciones del Centro de las Nuevas Tecnologías del Agua (Centa).

En la actualidad, y en toda la región, hay en funcionamiento 261 instalaciones que recurren a estos sistemas alternativos para limpiar los residuos líquidos de poblaciones que no alcanzan los 25.000 habitantes. En muchos casos de trata de municipios cuyos vertidos afectaban a espacios naturales protegidos, parcela en la que se ha venido actuando de manera prioritaria.

Las tecnologías de bajo coste se inspiran en los procesos naturales de degradación de las sustancias contaminantes, de manera que reproducen, sin recurrir a elementos muy sofisticados, los sistemas de autodepuración que rigen en cualquier cauce. De esta manera se consiguen neutralizar los vertidos con unos costes de operación moderados y unas tareas de mantenimiento sencillas. Son, por último, instalaciones que no causan alteraciones paisajísticas.

El desarrollo de estos sistemas no convencionales, su puesta a punto y adaptación a las peculiaridades de las diferentes poblaciones andaluzas, se lleva a cabo en la planta experimental de Carrión de los Céspedes (Sevilla). Allí, usando como materia prima los vertidos urbanos del cercano municipio (2.500 habitantes), se ensayan diferentes métodos de depuración, como lagunajes, filtros de turba o biocilindros.

La experiencia acumulada en los 12 años de funcionamiento de la planta ha permitido trasladar esta iniciativa a Marruecos. El Centro de Transferencia Tecnológica de Tetuán, puesto en funcionamiento con fondos de la Junta y del programa de cooperación transfronteriza Interreg II, se ocupa de aplicar los sistemas ensayados en Carrión de los Céspedes a municipios del norte marroquí, cuyas características son similares a las de algunos núcleos rurales andaluces.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Imitando a la naturaleza

El interés que este tipo de tecnologías despierta en algunos países, cuyos problemas de depuración de aguas son similares a los que se manifiestan en Andalucía, se puso de manifiesto a finales del pasado mes de marzo en Sevilla, ciudad que albergó un congreso internacional sobre esta materia. Especialistas de Chipre, Italia, Jordania, Malta, Portugal, Túnez, Argelia, Croacia, Albania, Egipto, Grecia, Palestina, Marruecos, Turquía o Israel, tuvieron oportunidad de compartir experiencias a propósito de unos sistemas particularmente adecuados a las condiciones ambientales de la región mediterránea. En la mayoría de los casos se trata de instalaciones muy sencillas que, de una u otra forma, imitan a la naturaleza. Las hay tan simples como el denominado filtro verde, que no es más que una plantación forestal, por ejemplo de chopos, sobre la que se aplican, de manera controlada, las aguas residuales. La acción conjunta del suelo, los microorganismos presentes en el mismo y el propio vegetal hacen que se sumen procesos físicos, químicos y biológicos capaces de neutralizar los contaminantes orgánicos del vertido. Los lechos de turba también aprovechan la capacidad de depuración de este elemento de origen vegetal, cuyas bondades conocen los aficionados a la acuariofilia. El agua residual se hace pasar por una capa de turba que, a su vez, se ha dispuesto sobre arena y grava, de manera que los contaminantes quedan retenidos y el caudal resultante muestra unos niveles de calidad aceptables. El lagunaje es otro de los métodos cuya gestión no requiere de grandes esfuerzos. Aquí los vertidos urbanos se van acumulando en piscinas de diferentes características, en cada una de las cuales se producen, de manera natural, fenómenos de evaporación y sedimentación, a los que se suma la acción biológica de algas y bacterias que eliminan los principales contaminantes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_