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Entrevista:FERNANDO TRUEBA | Director

'El blanco y negro recupera la nostalgia por el cine que no hemos hecho'

Adaptación de la novela de Juan Marsé, El embrujo de Shanghai, dirigida por Fernando Trueba (Madrid, 1955), llega hoy a las pantallas españolas.

Adaptación de la novela de Juan Marsé, El embrujo de Shanghai, dirigida por Fernando Trueba (Madrid, 1955), llega hoy a las pantallas españolas. Protagonizada por Ariadna Gil, que interpreta dos papeles; Fernando Fernán-Gómez, Antonio Resines, Eduard Fernández, Jorge Sanz y los niños Fernando Tielve y Aida Folch, el filme, el número once en la filmografía de Trueba, es un cuento dentro de otro cuento. La Barcelona de finales de los cuarenta en color y Shanghai en blanco y negro.

'¿En qué consiste la fidelidad? Lo que importa es la mirada, la respiración, el aire de la escena'
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Pregunta. En un anuncio que pasan en las salas de cine, dice que con El embrujo de Shanghai ha vivido momentos inolvidables. ¿Más especialmente en esta película que en otras?

Respuesta. Es verdad que todas los tienen. No he visto el anuncio, ni sé a qué me refería, pero ha habido muchos momentos de cine en esta película, de sentir que estás haciendo cine. Tengo la sensación de que he hecho cosas que me han gustado mucho.

P. ¿Cosas que no había hecho antes?

R. Sí, como rodar de una manera determinada. En todas las películas haces cosas nuevas. Uno va avanzando y buscando formas de contar las cosas. Esta película ha sido formalmente muy bonita de hacer.

P. ¿Tan fundamentales son algunos actores como para decir que si Ariadna Gil no hubiera podido o querido hacer El embrujo de Shanghai no la hubiera hecho?

R. Es muy probable. Cuando me ofrecen el proyecto, vuelvo a leer la novela y lo primero que pienso es que Anita, la madre, tiene que ser también Chen; que los niños ponen la cara de la madre en el cuento y que eso es una forma además de unir las dos historias. En el sentido de que son dos historias, una dentro de la otra, como las cajas chinas, que una no se explica sin la otra, que las dos forman parte de lo mismo, que una trata de que unos cuentan esa otra. A la vez que se me ocurre ese procedimiento, se me aparece la cara de Ariadna. Es el punto de partida mío en la adaptación

P. No sólo Ariadna, otros actores parecen imprescindibles en su carrera. Por ejemplo, Fernando Fernán-Gómez.

R. Todos queremos trabajar con Fernando. Es una personalidad. Fernando va más allá de ser actor, es su mirada, su voz. Aparte de que sea un actor maravilloso, un director, un autor, tiene algo que es impagable, que es un ser único. A mí me gustan mucho los actores que son ellos una personalidad. Mis actores favoritos, sean Cary Grant o Jean Gabin, eran antes que nada superpersonalidades. Prefiero a los actores con esa personalidad que a los simples camaleones. No tengo miedo a las personalidades, me atraen.

P. ¿Dan un toque especial?

R. No creo en la supremacía del personaje sobre el actor. Para mí, el personaje no es una cosa superior y el actor algo pequeño y humilde que debe de meterse dentro del personaje y desaparecer. Para mí es lo contrario. Los personajes deben de estar al servicio de los actores y todos al servicio de la historia, que es la que manda. Creo que uno debe beneficiarse de la personalidad del actor, en vez de anularla o hacerla desaparecer o disfrazarla.

P. ¿A la hora de escribir una adaptación sobre una obra como El embrujo de Shanghai, se piensa más en la fidelidad de la historia o en la narración cinematográfica?

R. Estos días me estoy viendo obligado a hablar de la fidelidad de la película con la novela. Lo de la fidelidad es un espejismo. Creo que hay algo que se escapa y que es lo más importante. La fidelidad o infidelidad es secundario y carece de interés. El ejemplo que pongo es Hamlet. ¿Cuantos Hamlet se han hecho en teatro? Miles, millones, todos fieles porque nadie se atreve a cambiar una palabra de Shakeaspeare, pero entre ellos no tienen nada que ver. ¿En qué consiste entonces la fidelidad? Lo que importa es el punto de vista, la mirada, la respiración, el aire de la escena.

P. ¿Qué tiene el blanco y negro para un director, que todos suspiran por rodar así? ¿Es nostalgia?

R. Todo el que ame el cine de verdad tiene que amar el blanco y negro, porque es el principio de todo. Para mí, el cine no es concebible sin los primitivos, sin Chaplin, sin Keaton, sin Murnau, sin Amanecer, sin Lubitsch. En blanco y negro se ha hecho probablemente lo más hermoso de la historia del cine. Con el blanco y negro recuperamos la nostalgia del tiempo que no hemos vivido y del cine que no hemos hecho y nunca haremos. Todos tenemos esa nostalgia y aunque sólo sea fingir por un momento que eres parte de eso es bonito.

P. Y más en un momento en el que acaba de desaparecer Billy Wilder, uno de sus ídolos.

R. Más que ídolo, era una de las personas que, sin él querer, porque nada más lejos de él que dar lecciones a nadie, ha sido para mí, y me imagino que para mucha gente, uno de los maestros que más cosas nos ha enseñado, por el que muchos estamos aquí.

P. ¿Qué le debe?

R. Me parece una de las figuras clave de la literatura del siglo XX. No veo por qué tenga que ser más importante Eugene O'Neill o Tenneesse Williams o Jean Paul Sartre que Billy Wilder desde el punto de vista literario. Siempre he dicho que el cine lo considero literatura y, en este sentido, no concibo la literatura del siglo XX sin El apartamento, Perdición, El crepúsculo de los dioses, El gran carnaval....

P. El productor del filme, Andrés Vicente Gómez, ha calificado de valentía el gesto suyo al aceptar este proyecto, después de que Víctor Erice no lo realizara. ¿Está usted de acuerdo?

R. No considero que sea valentía. Lo veo como la propuesta de un proyecto que me interesaba. No es ni cobardía, ni valentía, es simplemente el hecho de que un director acepta el filme que le proponen, independientemente de lo otro. Yo digo que si hubiera sido al revés no le habrían dado ninguna importancia, ni se habría gastado nada de tinta en ello.

P. ¿No se siente entonces perseguido por la sombra de Erice?

R. No, no... Yo le tengo mucho respeto, y espero que él me lo tenga a mí. Y en el cine estas cosas pasan continuamente.

P. ¿Ha leído su guión?

R. No.

P. Y ahora, una vez terminada su película, ¿no le pica la curiosidad?

R. No. No es un problema de curiosidad, sino de otro tipo. Yo quiero preservarme al margen de una cosa en la que yo no tengo nada que ver.

El director de cine Fernando Trueba, en su casa se Madrid.
El director de cine Fernando Trueba, en su casa se Madrid.ULY MARTÍN

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