La lucha de robots-gladiadores cautiva a las audiencias de televisión de EE UU
Los combates a vida o muerte duran entre 3 y 5 minutos. Sus armas son terribles: sierras circulares, pinchos, martillos..'BattleBots' es el programa norteamericano de combate de robots con más éxito
La televisión norteamericana tiene nuevas estrellas: los robots-gladiadores. Con su olfato para prever el espectáculo, las cadenas de televisión de Estados Unidos están explotando un nuevo filón: la lucha a vida o muerte entre robots teledirigidos. El espectáculo es intenso. El objetivo es destruir al contrario y, para ello, estos guerreros de metal usan sus armas mientras esquivan los ataques del contrario.
Sus herramientas son terribles: sierras circulares, martillos, pinchos muy afilados... hasta donde llegue la imaginación de sus creadores. Quedan prohibidos elementos como la electricidad, los explosivos, los líquidos, proyectiles, luces deslumbrantes, el frío o el calor extremos. Volar, también.
El montaje es totalmente televisivo: estos gladiadores de hierro se embisten a toda velocidad, y se les saltan las tuercas y se les revientan los chasis. La sangre la ponen unos comentaristas melodramáticos, tipo lucha libre, y una rubia curvilínea entrevistando en los boxes a los concursantes. El sonido de sus motores, el chirriar de los metales y el ruido de los golpes completa el espectáculo.
El programa BattleBots es el más antiguo y el de mayor éxito, y una de las estrellas indiscutibles de la programación del canal por cable Comedy Central. TNN emite Robot Wars y The Learning Chanel su programa versión Robotica.
BattleBots nació de la pasión de los niños por romper cosas. Sus creadores, los primos Trey Roski y Greg Munson, coleccionaban helicópteros de control remoto. De hecho, Roski los montaba y Munson los hacia pedazos. Según Munson, 'construyéramos lo que construyéramos, terminábamos rompiéndolo'.
Millones de espectadores
A mediados de la década de 1990 se aficionaron a las peleas de robots, en 1999 empezaron a organizar competiciones, ya con la idea de vender el espectáculo a la televisión. Hasta que Comedy Central mordió el anzuelo. Nunca se han arrepentido. Cada jueves BattleBots entra en 1,4 millones de hogares. Es el segundo programa más visto de esta cadena, después de los dibujos de South Park.
La popularidad del programa dio un salto enorme en el año 2000 gracias al presentador de la cadena NBC, Jay Leno. Éste, un coleccionista de motocicletas y apasionado de toda clase de máquinas, citó a la serie en su programa, y fue el primer famoso en protagonizar un robot luchador.
Chin-Killa (mentón asesino) tiene el rostro de Leno y su principal arma es una versión metálica de su prominente mandíbula, con la que embiste a sus oponentes. Incluso Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de EE UU, da nombre a un robot.
En BattleBots, las peleas transcurren en un ring de acero de unos 15 metros de lado. El cuadrilátero incorpora una serie de trampas, por si los gladiadores no tienen bastante con sus oponentes: sierras circulares que salen del suelo, finísimos pinchos de metal en todo su perímetro o martillos en las esquinas que golpean violentamente el suelo o lo que pase por debajo. Las paredes tienen unos seis metros de alto y son de plástico transparente. El suelo está cubierto de una pintura especial para evitar que los luchadores resbalen.
Los combates pueden durar tres o cinco minutos, según el tipo de lucha. Hay cuatro categorías, del peso ligero al super pesado. Entre lucha y lucha del mismo robot, hay 20 minutos de descanso; es el tiempo que tienen los miembros del equipo para reparar el robot y ponerlo a punto para la siguiente contienda. Entre los combates, Carmen Electra charla con la gente de los equipos. Sus curvas exuberantes contrastan con la imagen chupada de los preparadores. Abundan los jóvenes con gafas, paliduchos y con aspecto de ser los listillos de la clase.
Más allá del espectáculo, Trey Roski defiende su función educativa, 'si se aprende el número pi construyendo un BattleBot, se aprende para siempre; estamos enseñando a los niños a pensar'.
Los luchadores españoles prefieren la estrategia a la violencia
En España los creadores de robots de competición prefieren batallas menos sangrientas. A los integrantes de los equipos, normalmente universitarios, que participan desde hace 12 años en los torneos nacionales anuales, se les abren las carnes al pensar en la violencia que sufren las máquinas en los combates norteamericanos. Estos jóvenes tratan con mimo sus creaciones. Es un reto puramente intelectual. De hecho, sus máquinas son más complejas que las norteamericanas, artilugios teledirigidos, mientras que los españoles construyen auténticos robots que toman sus decisiones sobre el mismo terreno. Según un componente del equipo de Deusto, 'la máxima satisfacción es ver funcionar tu idea'. En España se compite normalmente en cuatro categorías: robots luchadores, que deben empujar a su oponente fuera del cuadrilátero; robots rastreadores, que han de seguir una pista hasta la meta en el menor tiempo posible; robots limpiadores, que recogen la suciedad de un recinto con obstáculos, y los robots pastores, capaces de salir de un laberinto lo más rapidamente posible. El campeón nacional en la categoría de lucha se llama Visa, por el dinero que les ha costado, según sus creadores. Este equipo de cinco jóvenes de la UPC de Barcelona lleva dos años con el proyecto, 'lo más complicado de todo es unir y adaptar los diferentes componentes, la mecánica, los sensores, la programación de cada parte, la estrategia de lucha...', explica Marc Vila. Es una competición muy adictiva, según reconocen sus participantes, entre los que abundan los que ya han acabado su etapa universitaria, pero siguen vinculados a sus equipos robóticos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.