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Entrevista:PAULA IZQUIERDO | ESCRITORA | TROTAMUNDOS | FIN DE SEMANA

Una urbe y mil vistas

Una escritora viajera en San Francisco... ¿Podrá regalarme una metáfora de la ciudad norteamericana?

Diría que es un balcón permanente. Un tobogán. Subes una cuesta tremenda y encuentras un horizonte impresionante. Subes otra y la perspectiva cambia, de manera que la ciudad te ofrece mil imágenes diferentes.

¿Qué la llevó hasta allí?

La primera vez tenía 18 años y estudiaba en Los Ángeles. Entre todos los españoles del grupo fletamos un avión a San Francisco, y al llegar allí alquilamos un coche. Fue mi primera experiencia al volante, porque acababa de sacarme el carné de conducir.

Como toma notas de sus viajes habrá releído sus impresiones.

Sí. Descubrí una gente amable, no extravertida. Acostumbrada a ver de todo, sin prejuicios. Por algo esa ciudad es cuna del movimiento gay. De hecho, allí los gays no tienen que reivindicar su espacio ni evidenciar que lo son por su aspecto físico, como sucede en otras ciudades con prejuicios.

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Allí suele haber niebla al amanecer, de forma que te levantas y ves una pared blanca. De repente se desvanece y surge la ciudad, como un milagro de la naturaleza.

¿Qué hay tras el milagro?

Aparecen los rascacielos, en el down-town. Pero luego están esas casitas bajas pintadas en colores chillones, casi como pastelitos. Y si sales un poco de la ciudad, hay que visitar el valle del Napa, que es donde se rodó Falcon Crest.

¡Qué gancho para mitómanos y catadores de vino!

Allá ves miles de viñedos y una vegetación exuberante. De fondo, el mar, con unos acantilados escarpados, junto a los que transcurre una carretera estrecha. Da miedo.

En la cuna del vino, ¿visitó buenos bares?

Sobre todo, uno fantástico. Se llama The Gold Spike. Entras y, cuando tus ojos se acostumbran a la oscuridad, ves que las paredes y el techo están llenos de billetes de un dólar y tarjetas de visita. Cada cliente debe dejar esa propina pinchada con una chincheta. Yo hice lo propio, claro.

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