Un hermano diferente
Gran Hermano 3 ha tenido un prólogo espectacular. Pepe Navarro sustituye a Mercedes Milá, y Paula Vázquez, a Fernando Acaso. En las semanas previas se ha machacado al personal con un anuncio grandilocuente que decía: '¡Observa, habla, sueña, mira, calla, salta, baila, disfruta, come, espía, comparte, susurra, miente, comprende, bebe, confiesa, vigila, llora, grita, sufre, molesta, lucha, duerme, entra, ama, vive, quiere, ríe, sonríe, convive, siente, sal, diviértete, rompe, espera, anima, observa, habla, sueña, sufre, nomina!...'.
Al margen de esta agotadora sugerencia, la cosa empezó a trompicones, aunque enseguida desprendió ese entrañable tufillo a claustrofobia, pero con novedades y alguna buena idea (ejemplo: darles a los concursantes la posibilidad de hacer su propio programa de radio). Navarro salió disfrazado de tahur asimétrico, y, algo oxidado, conectó con la casa de Guadalix, en la que se encontraba Mercedes Milá, que hizo publicidad de su programa de Antena 3 antes de cederle el testigo y desearle suerte.
Tras esta señorial tregua entre cadenas, la guerra por la audiencia prosiguió. Fuera de la casa, decorada como una Ponderosa de diseño, estaba Paula Vázquez disfrazada de Sirenita.
Uno a uno fueron entrando los elegidos, masticando acentos peninsulares. Para este año se renuncia al perfil de apalancado jeta en favor de personas más activas, sometidas a situaciones a lo Supervivientes y que deberán superar un tiovivo de pruebas y sorpresas y ganarse el favor del público, renunciando así a la más adictiva seña de identidad de GH: la apología del tedio. '¡Ya tengo una llorando!', gritaba Paula Vázquez antes de introducir a Patricia, la concursante llorona, autora de una gran frase: '¡Voy a ser la Bustamante de España!'.
Otro de los 12 concursantes que promete es Ángel, el stripper, que declaró: 'A las chicas les gusta que tengamos un buen culo' (aviso: a algunos chicos también), aunque tendrá que superarse para impresionar a Carol, un cruce entre Ania, de GH-1, y Fayna, de GH-2, o al navarro Jacinto, un Fran norteño con pinta de roncar mucho, o a la hiperactiva Elba.
Teniendo en cuenta los 101 días que va a durar la cosa, se apuntan varias hipótesis. Una sostiene que habrá parejas heterosexuales, alguna experiencia gay-lésbica y algún embarazo. Sería bonito engendrar una criatura en la casa, y al cabo de unos años montar un GH infantil con los niños nacidos a consecuencia del programa. Si Eurovisión se nutre de la cantera de todas las Operaciones Triunfo, ¿por qué no convertir Gran Hermano en un negocio que pasa de padres a hijos? Por ahora despierta nuevas expectativas y establece nuevas reglas, aunque nos aleje del inolvidable modelo clásico.
La apuesta de renovarse, sin embargo, pese a que traiciona parcialmente el sentido primigenio del programa, era la única sensata. Promete nuevas formas de conflicto, más carne en el asador y mucha interactividad. Aunque Navarro no se canse de repetir que 'nada será como ellos esperan', hay cosas que no cambian: los mensajes a móviles y las largas pausas publicitarias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.