El Prado presenta a un Goya antitaurino por la violencia de la fiesta
Una exposición y 'El libro de la Tauromaquia' recogen la visión ideológica y crítica del artista
Bárbara diversión tituló Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828) la estampa de la portada de la serie Tauromaquia que regaló a su amigo Ceán Bermúdez, que representa la cogida de un toro a un ciego. Es una de las imágenes de un Goya antitaurino que el Museo del Prado propone en la exposición Visión crítica de una fiesta, abierta ayer, junto con El libro de la Tauromaquia, de José Manuel Matilla y José Miguel Medrano.
El Museo del Prado profundiza en la Tauromaquia de Goya con dos exposiciones y un volumen que recoge todo el proceso de la serie, con los dibujos preparatorios, las planchas, las pruebas de estado y las estampas definitivas. El director del museo, Miguel Zugaza, presentó ayer una primera muestra, Visión crítica de una fiesta, con 38 obras, libros y documentos, que se completará en octubre con El proceso creativo: del dibujo al grabado.
Miguel Zugaza destacó la popularidad de Goya, que ahora se enfrenta a una visión interpretativa diferente, situada en el contexto de la cultura española de finales del siglo XVIII y principios del XIX. En anteriores ocasiones se han hecho montajes y libros sobre las otras series gráficas del pintor, también con el patrocinio de la Fundación Winterthur. En los últimos años, el Prado ha completado también los ejemplares de las primeras ediciones, y en la exposición aparecen láminas de la Tauromaquia de 1816, que el Ministerio de Educación y Cultura acaba de adjudicar al museo, tras una compra a un anticuario de Alemania por 170.000 euros. De esta serie sólo hay en España cuatro o cinco ejemplares, ya que la mayoría de la edición fue vendida por los herederos del pintor en Francia, tras el fracaso económico en el mercado español.
Dramatismo
José Manuel Matilla, conservador del museo y comisario de la exposición, explica que no se vendió por la crudeza y dramatismo de la violencia expresada en sus imágenes, lejos de los aspectos más pintorescos y amables de la fiesta. Estos contrastes aparecen en la exposición, instalada en la sala de dibujos de Goya (entrada por la puerta de Murillo), en la segunda planta, hasta el 30 de junio, como en la serie de Antonio Carnicero, con las diferencias sobre las suertes de una corrida de toros interpretadas por los dos artistas.
'Es una exposición ideológica sobre este tema tan apasionante en los tiempos de Goya y en la actualidad, con los partidarios y enemigos de los toros', declaró Matilla. 'La crítica romántica presenta a un Goya taurino, que incluso de joven llegó a torear, pero estas estampas son una enorme crítica de la tauromaquia, sobre todo por la enorme violencia para los toreros y caballos. La serie termina con la muerte de Pepe Hillo en la plaza de Madrid, el torero más famoso, que provocó la prohibición de las corridas. Para Goya, no son acciones heroicas, sino el miedo y el terror, la muerte, la violencia y la irracionalidad, como aparece también en la serie de Los desastres de la guerra, con un mismo lenguaje formal y conceptual. Son atrevimientos y locuras, como titula varias estampas, las más bellas de la serie'.
En el montaje, planteado de forma didáctica, 'que invita a detenerse y leer las estampas', aparecen también textos de ilustrados (Vargas Ponce, Jovellanos) como fuentes literarias y visuales para reforzar otros aspectos antitaurinos de la época del pintor que figuran en las nuevas interpretaciones de la obra de Goya.
Por otra parte, en la sala 23 de las dedicadas a Goya se exponen como préstamo, hasta el 22 de abril, los cuadros de altar Santas Justa y Rufina, de 1817, y La Anunciación, de 1785, que fueron restaurados en el museo. Proceden de la catedral de Sevilla y de la duquesa de Osuna, respectivamente, y se exhiben con explicaciones junto a dos radiografías realizadas durante el proceso de restauración, y un boceto para el cuadro de las santas que tiene el Prado.
Babelia
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