Malvinas, veinte años después

A dos décadas de la guerra de las Malvinas, su recuerdo trasciende el hecho histórico o militar. La distancia ha permitido una visión más equilibrada sobre ese conflicto bélico, respecto del cual los argentinos alentamos, inevitablemente, sentimientos contradictorios.

Por un lado, no podemos dejar de tributar un reconocimiento emocionado a quienes lucharon con heroísmo. (...) Por el otro, no es posible dejar de señalar el gravísimo error estratégico que significó la ocupación de las islas y el altísimo precio que debió pagar el país por esa equivocación, que tanto contribuyó a acrecentar la desconfianza con que la Argentina ha sido vista en algunos foros mundiales en los complejos contextos políticos y económicos de fines del siglo XX y de comienzos del actual. (...)

Es imposible no percibir la otra cara del traumático conflicto de las Malvinas. Si, como muchos analistas suponen, la operación fue puesta en ejecución con el propósito de cambiar las condiciones políticas internas del país y lograr que el gobierno de facto pudiera continuar en el poder por un largo periodo, la magnitud del error se agrava y el juicio reprobatorio se torna aún más severo.

(...) La Argentina debe marchar hoy hacia la construcción del mejor escenario posible para su inserción en el mundo. De la historia trágica y aleccionadora de 1982 será necesario tomar lo mejor: de un lado, la visión autocrítica de los errores estratégicos que se cometieron; del otro, la valoración del ejemplo moral que nos legaron los que cayeron con honor o lucharon con dignidad. (...)

Buenos Aires, 2 de abril