Un 'aparatchik' liberal
De casi desconocido, en lo que llevamos de año se han multiplicado en China las apariciones e intervenciones de este hombre de 59 años, que se muestra seguro ante su audiencia, habla sin papeles, tiene una extraordinaria memoria y que, como respetuoso de la tradición confuciana, no hace el más mínimo comentario de cómo será la China que él dirigirá, ni cuál es su estrategia para llegar a esa China.
Hu, hijo de un mercader de té de Shanghai, pertenece al llamado clan de Shanghai, encabezado por Jiang Zemin, antiguo alcalde de la segunda ciudad de China. Con Jiang, Hu ascendió en 1992 al Buró Político del PCCh y en 1998 se convirtió en vicepresidente de la República Popular, fundada por Mao Zedong en 1949.
Considerado un aparatchik, ha demostrado que sus más de tres décadas de militancia en las filas del partido le han servido para aprender a manejarse. Tanto a las duras, cuando como jefe del PCCh en Tíbet le tocó reprimir con puño de hierro las manifestaciones de los tibetanos en demanda de mayor libertad, como a las maduras, durante su larga trayectoria en las Juventudes Comunistas, la escuela más liberal del partido.
Pero las aguas del PCCh son siempre turbulentas, por lo que no es de extrañar que Jiang haya elegido para lidiar al toro más bravo a alguien que conoce desde su más tierna infancia.
Sin embargo, el reto de Hu no se queda en la reforma del partido. Su principal misión está en la isla rebelde. La integridad territorial de China pasa, según sus dirigentes, por la recuperación de Taiwan. La estrategia de Hu, apenas comentada, coincide con la de los grandes empresarios taiwaneses: primero relaciones económicas plenas a través del Estrecho. Luego, piensa Hu, Taiwan, como en su día hizo Hong Kong, se unirá a la madre patria.
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