China prepara el camino al nuevo líder
Hu Jintao se revela como el heredero de Jiang Zemin y el que tendrá las llaves de la reforma política del régimen
China prepara, en medio de su secretismo habitual, el XVI Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que se celebrará en otoño y en el que Jiang Zemin abandonará la presidencia. Si son ciertos los guiños que hace el poder, el heredero político se llama Hu Jintao, quien, con sus 59 años, representa a la 'cuarta generación' de dirigentes de la República Popular China.
La elección de Hu simboliza -en un pueblo muy dado a la memoria histórica- el cierre definitivo de la crisis de Tiananmen, la triste revuelta de estudiantes que acabó en matanza y sepultó durante todos estos años al ala más liberal del PCCh, que por entonces, junio de 1989, encabezaba Zhao Ziyang. Con este heredero, Jiang Zemin deja las puertas abiertas a la renovación del PCCh y da esperanzas a quienes aguardan la reforma política, la gran asignatura pendiente, como agua de mayo.
Ésta sería la lectura más positiva de lo que se cocina tras las murallas del Zhongnanhai, la ciudad prohibida de la nomenclatura china, colindante con la antigua Ciudad Prohibida, hoy museo, que albergó a los hijos-dioses del Imperio del Centro.
Oficialmente nada se ha anunciado, pero en los últimos meses las apariciones e intervenciones de Hu le designan como delfín. La celebración a principios de este mes del pleno anual de la Asamblea Popular Nacional (APN) sólo sirvió para que el portavoz confirmara que la renovación de los dirigentes chinos que han cumplido los 70 años supondrá la retirada en 2003 del actual presidente de la APN, Li Peng, y del primer ministro Zhu Rongji, pero en cuanto a la jefatura del Estado, señaló que 'no existe un límite de edad' para ejercerla. A pesar de ello, Jiang parece dispuesto a dejar en otoño la presidencia del PCCh y el año próximo la de la República Popular, aunque podría, como Deng Xiaoping, el artífice de la China actual, conservar el cargo de presidente de la Comisión Militar, verdadero órgano del poder del país más poblado del planeta, con 1.300 millones de habitantes.
La decisión no será fortuita. Entre la clase política china la espontaneidad brilla por su ausencia. Lo que puede llevar a Jiang a seguir con el cetro de mando desde las bambalinas de la Comisión Militar es la oposición más o menos fuerte que despierte la designación de Hu en el ala más ortodoxa del PCCh.
De momento, Hu Jintao ha comenzado a salir de la sombra en que se envolvió tras la caída, en enero de 1987, de su mentor, Hu Yaobang, quien se vio obligado a admitir que había cometido 'errores' políticos al permitir unas manifestaciones estudiantiles. Hu Yaobang perdió entonces por 'liberal' la secretaría general del PCCh, que recayó en Zhao Ziyang, su mano derecha, quien dos años más tarde se convirtió en Tiananmen en un cadáver político. Precisamente, las manifestaciones de esa céntrica plaza pequinesa comenzaron con una reivindicación póstuma de la figura y el aperturismo de Hu Yaobang, que acababa de fallecer.
En octubre pasado, Hu Jintao realizó su primer gran periplo exterior y en dos semanas visitó, amparado en una tremenda discreción, Rusia, el Reino Unido, Francia, Alemania y España. El mes que viene debía viajar a Estados Unidos después de haber mantenido una reunión con el presidente George Bush, durante el reciente viaje de éste a Pekín. El martes, sin embargo, un portavoz del Ministerio de Exteriores consideró 'pospuesto indefinidamente' el viaje a Washington debido a la crisis que atraviesan las relaciones entre EE UU y China a causa de Taiwan.
Precisamente el primer paso de Hu como heredero ha sido la creación de un Comité de Relaciones EE UU-China, que, según los expertos, puede ser la base de su futuro Gobierno. El eje a través del Pacífico es vital en el despegue de Hu y George Bush no está dispuesto a ponerselo fácil.
La tarea que Hu tiene ante sí no será fácil. La gota del océano que se avecina la pusieron este mismo mes miles de obreros chinos que se manifestaron durante días en el mayor campo de petróleo del país, en Daqing, en la provincia nororiental de Heilongjiang, porque, además de reivindicaciones económicas, pretendían organizar sus propios sindicatos fuera del control del Gobierno. La necesidad de una apertura política es cada día más apremiante, al igual que la reforma de un partido totalmente obsoleto que no se corresponde con la realidad actual del país, traída de la mano del espectacular crecimiento económico de estos años.
Además, China se enfrenta a graves desajustes sociales que la entrada en la Organización Mundial del Comercio va necesariamente a agudizar en una primera etapa. De ahí que la amenaza de desestabilización sea utilizada por los ortodoxos del PCCh con vistas al XVI congreso para atrincherarse en el poder.
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