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Un perturbado mata a tiros a ocho concejales en el pleno del municipio francés de Nanterre

Richard Durn esperó a que terminase un pleno en Nanterre para disparar a diestro y siniestro

Era la una y once minutos de la noche cuando Jacqueline Fraysse, la alcaldesa comunista de la ciudad de Nanterre (85.000 habitantes, cercana a París) dio por acabado el largo pleno municipal dedicado a las obras de remodelación de varios centros escolares. Quedaba una sola persona entre el público, Richard Durn, un tipo taciturno de 33 años que durante las últimas elecciones municipales había aceptado ser interventor de los ecologistas. Durn, que iba vestido de verde, se levantó tranquilamente y empezó a disparar a diestro y siniestro. Ocho concejales murieron y 14 resultaron heridos.

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'Cuando oí las primeras detonaciones pensé que eran petardos lanzados por Durn', dijo el gaullista Samuel Rijik. El primero en caer fue Pascal Sternberg, concejal ecologista. 'Él también tomó el primer tiro por la explosión de un cohete', explicó el comunista Christian Brunet. La segunda bala ya alcanzó a Sternberg y Durn llegó a disparar 40 proyectiles con sus dos pistolas Glock, adquiridas en 1997 y para las que disponía de la correspondiente licencia. Cuando René Amand, el responsable comunista del área de deportes, consiguió por fin derribar a Durn aprovechando que cambiaba de cargador, los muertos ya eran ocho y había otros 14 miembros del Ayuntamiento heridos de gravedad.

Durn disparó en silencio, como si de un trabajo de rutina se tratase. Sólo parecía preocupado por evitar que alguien escapara. 'Decidí salir corriendo e ir hasta la comisaría, que está a apenas 100 metros del Ayuntamiento', cuenta ahora Rijik. Una bala pasó silbando cerca de su espalda y Rijik se sintió herido. 'Va a rematarme'. No fue así, Durn cambió de objetivo y el político conservador pudo llegar a una comisaría que ya estaba alertada. Alguien acababa de prevenirles por teléfono de que algo raro pasaba en el anfiteatro municipal.

Cuando los agentes entraron en el anfiteatro su centro era un inmenso lago de sangre. Los ocho muertos estaban ahí y la mayoría de los heridos también, aunque alguno había logrado subir la gradería y se quejaba sobre los escalones. Jacotte Duplenne -48 años, militante del PCF-, Michel Raoult -la cincuentena bien cumplida, conservador-, Louiza Benakli -abogada, teniente de alcalde, próxima a los comunistas-, Monique Leroy-Sauter -centrista, contable-, Christian Bouthier -comunista, profesor de historia, 47 años-, Olivier Mazzotti -centrista y también profesor-, Valérie Méot -comunista, 41 años- y el ya mencionado Sternberg -benjamín del Ayuntamiento, con 31 años-, habían fallecido. Durn forcejeaba gritando '¡Matadme, matadme!'.

A las cuatro de la mañana, el primer ministro Lionel Jospin llegaba a Nanterre y con el ministro del Interior, Daniel Vaillant, expresaba su estupor ante una 'horrible tragedia provocada por un caso de locura furiosa'. Tres horas después era el presidente Jacques Chirac el que acudía para manifestar su solidaridad. La alcaldesa precisó: 'Durn quería matarnos a todos. Si uno de mis colegas no le hubiera detenido, estaríamos muertos'. Fraysse demostró una gran presencia de ánimo. En los primeros momentos del tiroteo ordenó a todo el mundo que se tendiera en el suelo.

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La policía filtró su sorpresa durante las primeras horas del interrogatorio: Durn repetía una y otra vez que 'quería morir' y se mostraba incapaz de responder a las preguntas más sencillas. 'Para poder existir necesitaba matar a alguien, pero ahora quiero acabar de una vez conmigo', les dijo a los agentes. La aparición en Francia de un caso de asesino de masas ha hecho que algunos políticos, como el liberal Alain Madelin, constaten 'la americanización del caos', mientras otros intentaban relacionar lo sucedido con el aumento de la criminalidad. 'Se trata de un caso aislado, de una explosión de locura. No hay que generalizar', concluyó el socialista François Hollande.

Familiares de las víctimas del tiroteo y miembros de los equipos de socorro, frente al Ayuntamiento de Nanterre.

Richard Durn.
Familiares de las víctimas del tiroteo y miembros de los equipos de socorro, frente al Ayuntamiento de Nanterre. Richard Durn.ASSOCIATED PRESS

Un ecologista amante de las armas

Richard Durn tiene 33 años. Es licenciado en Historia y Políticas. Trabajó tres años como profesor suplente en un instituto de Nanterre y dejó tras de sí un mal recuerdo. 'Era un tipo correcto pero seco y distante', recuerda un antiguo alumno. 'Nos reíamos de él, tan delgado y con gafas, con la mirada siempre puesta en el suelo', dice otro. Desde hacía unos años, Durn vivía de subsidios, en el domicilio materno, buscaba trabajo en vano y estaba muy deprimido. 'Tomaba Prozac, se sentía inútil, sin amigos ni trabajo. Se interesó por la política, pero los políticos no confiaban en él, no le dieron nada a cambio de sus servicios', contaba su madre. 'En 1990 hizo dos tentativas de suicidio y desde entonces se medicaba. Siempre me decía que se sentía como un vagabundo, afincado en mi casa'. En 1993 estuvo en Sarajevo en misión humanitaria, aprovechando sus orígenes eslovenos. Militó en las filas socialistas, luego se acercó al ecologismo. No tuvo una infancia feliz. 'No conoció a su padre y estaba mal, muy mal de ánimo, pero es un buen chico: ni bebía ni fumaba'. La madre lamentó 'que se hubiera aficionado a las armas'. En 1998, Durn amenazó con una de sus pistolas a un médico que le atendía. El médico presentó denuncia, pero eso no impidió que, un año después, renovasen el permiso de armas de Durn.

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