Sergio Cofferati, el sindicalista impasible
Dicen que Sergio Cofferati, líder de la CGIL, el principal sindicato italiano, celebró el éxito de la masiva manifestación del pasado 23 de marzo brindando en su apartamento romano a los sones de la música de Verdi, su autor favorito. Melómano reconocido, a Cofferati se le puede ver en la inauguración de la temporada lírica del teatro de Bolonia o en los espectáculos musicales del Festival Roma-Europa, siempre enfundado en un traje clásico, sin el menor detalle sobresaliente.
Y es que la discreción, rayando casi en la inexpresividad, es una de las características del Chino, el sobrenombre con el que se conoce en Italia al secretario general de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) por la forma rasgada de sus ojos. No es el único apodo de Cofferati, bestia negra de la patronal italiana (Confindustria), que hace tiempo le puso el mote de Míster no por su dureza como negociador sindical.
Nacido hace 54 años en la localidad de Sesto i Uniti (Cremona), en la riquísima Lombardía, posee una biografía sindical de manual. Con el título de perito industrial en el bolsillo, Cofferati comenzó a trabajar para la Pirelli, en Milán, en 1969, año turbulento en la política italiana. El joven cremonés vio enseguida clara su vocación: servir al sindicato.
Gusto por el anonimato
Comienza siendo delegado de fábrica; más tarde, en 1974, es secretario de la sección de Química de Milán, y en 1978 aterriza en la sede romana de la confederación, para, ya en 1994, situarse al frente de la dirección de la CGIL.
Casado con la profesora Daniela Grazioli, Cofferati tiene un hijo, Simone, y reside en un apartamento de la Vía Salaria, en Roma. Se desplaza en coche oficial, convenientemente protegido, pero es hombre que aprecia el anonimato y los placeres de la vida privada.
Durante los ocho años que ha ocupado la dirección de un sindicato que cuenta sólo con un 30% de jóvenes afiliados (del total de casi 5,5 millones de afiliados, 2,9 millones son jubilados), la fuerza de la CGIL ha aumentado, y con ella la fe de la izquierda italiana en su líder, que dejará el cargo en junio próximo. Cofferati posee el carné de los Demócratas de Izquierda (DS) desde hace años.
Los ministros del Gobierno de Berlusconi le acusan de no luchar por los intereses de los trabajadores, de limitarse a hacer política de izquierdas.
Cofferati sonríe, mientras desenfunda las armas de la protesta sindical una vez más. Un antiguo sindicalista y ex ministro del Olivo, Ottaviano del Turco, dijo de él que 'usa más el cerebro que los pulmones', una cualidad rara en la política italiana, a la que, pese a sus reiterados desmentidos, parece abocado Cofferati cuando concluya su mandato sindical.
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