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Crítica:UN COSMOPOLITA DE LAS LETRAS VASCAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sentido de la desilusión

J. Ernesto Ayala-Dip

En las cinco novelas cortas que componen Guárdame bajo tierra (Gorde nazazu lurpean) del escritor vasco Ramón Saizarbitoria, no todo es lo que parece. Lejos de sus propuestas vanguardistas de hace tres décadas (Egunero haten delako, Porque comienza el día), incluso de sus relatos más metaliterarios e intertextualistas de hace poco más de un lustro (Hamaika pauso, Los pasos incontables), la forma narrativa adoptada por Saizarbitoria se inclina por un sistema aparentemente más realista, pero que encuentra en su media distancia, la novela corta, sus fundamentos más genuinamente ficcionales. La elección de esta forma, permite, a quien quiera que la adopte, transitar entre el trazo grueso y las líneas más sutiles de una peripecia. En las cinco nouvelles (La guerra perdida del viejo gudari, La obsesión de Rossetti, La paternidad negada de Marcel Martín o 'la femme, elle, sait', Dos corazones en una tumba y El huerto de nuestros mayores), el autor donostiarra no nos ahorra información ideológica, ni nos deja de suministrar hábitos sociales y culturales, mejores o peores, de los vascos en el presente ni las dolencias de un imaginario tan necesitado de enfoques justos, respetuosos y fidedignos. Y sin embargo, en todas las narraciones se privilegia el tratamiento eminentemente literario, la profundización psicológica, por sobre todas las demás consideraciones, del hombre de nuestro tiempo: sus obsesiones, sus impotencias, sus carencias emocionales o su falta de gobierno.

GUÁRDAME BAJO TIERRA

Ramón Saizarbitoria Traducción de F. Eguia Careaga Alfaguara. Madrid, 2002 496 páginas. 18,50 euros

Más información
'No estoy dispuesto a sufrir por ser vasco'

En la última narración, El huerto de nuestros mayores, Ramón Saizarbitoria conduce el argumento por los derroteros de la mitificación y la distorsión de ciertos tramos de la historia vasca. Planea sobre esta historia la controvertida presencia de Sabino Arana. Pero lo que este relato esconde en el fondo es la descripción, entre sentida e irónica, entre padres e hijos. No podía ser de otra manera, estando comprometida, como está entre sus líneas, la mismísima y problemática paternidad de la patria vasca. Mientras el trazo grueso nos presenta la figura del discutido prócer y sus posteriores manipulaciones hagiográficas, el trazo casi invisible representa las tribulaciones de un hijo ante la desilusión y la muerte de su padre. Con una misma filosofía procede el autor en la primera de las narraciones, La guerra perdida del viejo gudari. Un hombre busca la pierna enterrada que perdió en la guerra civil. Aquí hay materia política e histórica, pero la anécdota se ensancha y se afianza como materia literaria una vez que vislumbramos un romance truncado por un bombardeo fascista. En esta circunstancia apenas desarrollada estriba su pathos. De las tres narraciones centrales, me parece ejemplar La obsesión de Rossetti, no porque sea superior a la dos restantes, sino porque aglutina con mayor nitidez en sus páginas los rasgos más frágiles, irritantes y a la vez conmovedores de un tipo de hombre en busca de su sitio exacto frente a las mujeres. Contada en primera persona, esa primera persona que desafía como ninguna otra la solvencia de los buenos narradores, esta excelente nouvelle destripa a un cierto héroe novelesco (y hago mucho hincapié en lo de novelesco) de nuestro tiempo: temeroso ante el fracaso sentimental, pusilánime en su cálculo de las rentabilidades emocionales, dubitativo y pueril en su manera de entender los mecanismos de la seducción. Al principio dije aquello de que nada es lo parece en esta consistente y atractiva serie de narraciones. Para ello hay que poner en funcionamiento esa regla que el mismo autor una vez defendió para su literatura: antes que contar aventuras, mejor la aventura de contar. Y así lo ha hecho, con una dosificación inteligente de la ironía, el humor y el sentido de la desilusión como un recurso postrero del conocimiento humano.

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