Bernaola recibe el Premio Guerrero por ser un 'músico total'
El intérprete, creador y maestro alaba a las nuevas generaciones de autores españoles
Estuvo rodeado por los más consagrados de la generación del 51: Luis de Pablo, Cristóbal Halffter o García Abril, presentes ayer en la Academia de Bellas Artes de San Fernando para ser testigos de cómo uno de los suyos recibía el Premio de la Fundación Guerrero. Era Carmelo Bernaola (Otxandiano, Vizcaya, 1929), que fue reconocido como uno de los músicos españoles más importantes de la época contemporánea. El creador se mostró encantado por el reconocimiento: '¿Cómo no iba a estarlo? ¡Son 12 kilos!', dijo.
'Bernaola mezcla el riesgo con su ansia de ir por libre', destacó Antonio Gallego
Muchos definen el premio como 'el Cervantes de la música clásica'. Fue un término que Bernaola tomó prestado ayer también. 'Se ha llamado así a este galardón y no necesito decir lo agradecido que me siento al haberlo conseguido', aseguró ayer durante el acto de entrega, que fue presidido por Luis Alberto de Cuenca, secretario de Estado de Cultura, que estuvo acompañado en la mesa presidencial por Ramón González de Amenzúa, director de la Real Academia de Bellas Artes; Andrés Amorós, director del Instituto de Artes Escénicas y de la Música (Inaem); José Antonio Campos, viceconsejero de las Artes de la Comunidad de Madrid, y Eduardo Navarro, presidente de la Fundación Guerrero.
Pero lo más importante para este músico total, clarinetista, director de orquesta, compositor en activo y profesor en el Conservatorio Jesús Guridi de Vitoria, labor que ahora le ocupa la mayor parte de su tiempo, es formar parte de una lista en la que se han incluido, desde que se otorga hace nueve ediciones, a Joaquín Rodrigo, Xavier Monsalvatge, Antón García Abril, Cristóbal Halffter, Manuel Castillo, Rafael Frühbeck de Burgos, Victoria de los Ángeles y Alicia de Larrocha. 'Eso sí es un honor', dijo.
Bernaola se mostraba ayer sobrepasado, abrumado y rodeado de alguno de sus seis nietos. 'Para ellos va a ser el premio', decía más relajado en la recepción que hubo después de un acto en el que se interpretaron algunas de sus piezas por parte del clarinetista Adolfo Garcés, el pianista Jorge Robaina y el Trío Mompou.
Entre los canapés, sentado en un sillón, el músico daba manos, recibía palmadas y repasaba su carrera ante algunos periodistas. '¿Que por qué nunca he hecho ópera? Porque nadie me lo ha encargado. Eso es muy difícil. Hay gente que lo hace por su cuenta, ya lo sé. Pues muy bien, yo la haré cuando me la encarguen'. De su contribución a la historia del cine español como autor de bandas sonoras no parece que le gustara mucho hablar. '¡Ya estamos, el cine!', decía, como quejoso de que sea el trabajo más reconocido de su carrera por algunos. 'Ya sé. He hecho más de 160 películas, y música para teatro y televisión, ¿y qué?'.
Confesó que seguía componiendo. 'Estoy con una obra para cuerda que voy a dedicar a mis alumnos de Vitoria', aseguró. Y la prueba de que se interesa en las nuevas generaciones fueron sus palabras de elogio para los que empujan detrás de la suya. 'En España hay músicos jóvenes muy válidos, con mucho talento. También es cierto que tienen más facilidades que nosotros. Habíamos salido poco; los de ahora van a donde quieren ir', contaba mientras degustaba canapés de salchicha: 'Estarían mejor si las hicieran un poco más', le aconsejaba al camarero. 'Y tú, come, nene', le espetaba a uno de sus nietos, que llegó al homenaje desde el colegio con la cartera a cuestas.
Antes, en el acto de entrega del premio, Bernaola, tras escuchar un elogio sentido y completo de Antonio Gallego, patrono de la Fundación Guerrero, se limitó a dar las gracias al jurado que le otorgó el premio, compuesto por Ramón González de Amenzúa, José Antonio Campos, Miguel del Barco (director del Conservatorio Superior de Música de Madrid), Antón García Abril, el crítico Antonio Iglesias, el musicólogo Lothar Siemens y Emilio Sagi, director artístico del Teatro Real.
Su recorrido profesional, variado, completo, y hasta insólito, le ha llevado del cine, el teatro y la televisión al sinfonismo y a componer también el himno del Athletic de Bilbao o la música de la serie Verano azul. Toda su carrera y sus obras fundamentales -desde la cantatas Mística y Euskadi a las piezas Rondó para orquesta, Clamores y secuencias, la Sinfonietta progresiva, Mixturas, Numancia a su Sinfonía en Do- fueron resaltadas ayer por Antonio Gallego. Para este experto musical, Carmelo Bernaola ha demostrado un 'perfecto equilibrio entre la música de su tiempo, arriesgado, pero yendo a su aire, buscando su voz propia e inconfundible entre los miembros de su generación'.
Entró tarde en la conocida como generación del 51. 'Fue un término que se inventó Federico Sopeña', reconoció Bernaola después del acto. Según Halffter, la formaron músicos que acabaron sus estudios en ese año o estrenaron entonces sus primeras obras, tal como recordó Gallego. De todas formas, también tiene que ver con la Banda de Música del Ministerio del Ejército, donde estaban, según Gallego, 'el sargento-clarinetista Bernaola, el cabo-trombón Ángel Arteaga, el soldado-saxofón Manuel Angulo y otro soldado-timbalero y platillero, Cristóbal Halffter'. Entre marchas militares y posteriores rupturas musicales, que le granjearon calificativos brutales de algunos críticos, como aquel que al oír una de sus piezas le llamó 'gamberro, caradura y vividor', se fraguó su personalidad única.
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