Prokófiev y Bernaola
Continuando una tradición impuesta por su fundador, la Sinfónica de Madrid programa con asiduidad música e intérpretes españoles. En su concierto de abono del miércoles tuvimos páginas de Carmelo Bernaola y actuación de la pianista Sylvia Torán y dirigió el actual titular de la Sinfónica bilbaína, Juan José Mena (Vitoria, 1965). Entre todos consiguieron versiones de interés y especial atractivo, a empezar por el Concierto en re bemol mayor, op. 10, escrito por Prokófiev en 1911-1912, esto es, cuando el compositor contaba 20 años. Sin embargo, estamos ante una obra original y maestra, precisa de forma, viva e inspirada y, lo que es menos habitual, representativa muy tempranamente del pensamiento musical y el estilo de su autor.
Ciclo de la OSM
Director: J. J. Mena. Solista: S. Torán. Auditorio Nacional, Madrid 24 de enero.
Sylvia Torán posee una sensibilidad refinada y culta; su continuidad resulta contrastada, vivaz y cantarina aunque practique la elegancia estética de no ceder a ninguna tentación retórica ni imponerse sobre los autores que toca. Al contrario, desde una fidelidad de servicio e identificación con el compositor procura explicarnos sus secretos con elocuencia exacta. Obtuvo un triunfo grande por el camino más difícil: la autenticidad que parece enaltecer un virtuosismo de la mejor ley y de cuño tan cosmopolita como la misma imagen creadora de Prokófiev.
Juan José Mena condujo ésta y las demás obras del programa con seguro criterio, riqueza de matices y un rigor iluminado por la fantasía. En sus manos, la Sinfónica madrileñ, asumió y comunicó a todos el tríptico de Carmelo Bernaola Monumento que rinde homenaje a la Quincena Musical Donostiarra en su medio siglo de vida a través de Abestiak (coros), sobre Juan de Anchieta; a otro maestro de nuestra polifonía, Francisco Guerrero, en Villanesca, y al organista zaragozano Sebastián Aguilera de Heredia, en Tiento. Como en otras ocasiones, las voces pretéritas y la individualidad y actual de Bernaola se abrazan en consecuciones no sólo bellas y sabias sino también de impacto para el público, como se demostró esta vez, tras la fiel traducción de Mena y los sinfónicos. Se cerró la tarde con la Segunda suite de Romeo y Julieta, en la que el maestro Mena acusó su ascendencia celibidacheana con gesto y orientación hereditaria mas no mimética.
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