Violentos enfrentamientos entre la Guardia Civil y jóvenes concentrados en la fiesta 'hippy' de Órgiva
Un agente disparó al aire para evitar ser agredido por medio centenar de personas
Una concentración no autorizada de centenares de hippies procedentes en su mayoría de Gran Bretaña a las afueras del pueblo granadino de Órgiva acabó ayer en violentos enfrentamientos con la Guardia Civil en los que un agente hizo un disparo al aire para repeler la agresión por parte de decenas de personas. Los guardias civiles tuvieron que liberar a uno de los asistentes, a quien habían detenido por resistencia, al verse literalmente rodeados por un grupo de medio centenar de personas. La fiesta, que fue prohibida la semana pasada por el Ayuntamiento de Órgiva, comenzará hoy.
Los hechos ocurrieron en torno a las 12.30 horas de ayer en la rambla del río Guadalfeo, a seis kilómetros de Órgiva, en donde en los últimos días se han concentrado más de dos centenares de camiones y autocaravanas de jóvenes y familias hippies procedentes de toda Europa que pretenden celebrar lo que ya se conoce como la Fiesta del Dragón, que coincide con la llegada de la primavera, y a la que el último año acudieron 10.000 personas, según informó el Ayuntamiento de Órgiva.
Seis vehículos todoterreno de la Guardia Civil, con una veintena de agentes, se desplazaron hasta el lugar de la concentración para informar a los asistentes de que se trata de una fiesta no autorizada y tratar de desmontar un escenario que se está preparando para las diferentes actuaciones musicales. Al llegar a la zona, los miembros del instituto armado se encontraron con que unos jóvenes habían cortado un camino rural de tránsito atravesando en él un sofá. Al pedirles que lo retiraran, uno de los jóvenes se encaró a los guardias civiles. Tras forcejear con él, optaron por detenerlo.
En ese momento, atraídos por el revuelo, comenzaron a llegar más y más jóvenes, que se enfrentaron a los agentes. A uno de los agentes lo zarandearon entre cuatro jóvenes. Otro de los concentrados lanzó una lata de cerveza contra el conductor de uno de los vehículos policiales, quien recibió el impacto. Otro coche recibió un botellazo. Cada vez más rodeados, los agentes se vieron en minoría. Un número sacó su pistola y disparó al aire, lo que enardeció más a los jóvenes. Varios guardias fueron golpeados. Fue entonces, ante el temor de que se desatase la violencia por parte de la multitud que empezaba a acudir a la zona cuando el agente al mando hizo una señal para que todo el mundo se calmase y ordenó sacar del vehículo y quitarle las esposas al detenido. Luego lo dejaron en libertad. A otro de los que se habían enfrentado no llegaron a ponerle las esposas. Vista la situación, los guardias civiles montaron en sus coches y abandonaron el lugar.
Carencia de permisos
La Fiesta del Dragón, que debía haberse celebrado la semana pasada ya había sido expresamente prohibida por el alcalde de Órgiva, Adolfo Martín, del PP, porque carecía de permisos y de organización, además de que no reunía las condiciones higiénicas mínimas para una concentración masiva de personas. Pese a ello, en los últimos días ha comenzado a llegar casi un millar de personas, una cifra que puede aumentar sensiblemente para este fin de semana. En teoría, la fiesta debe comenzar hoy y concluir el domingo pero, al no estar regulada, no hay fecha para el comienzo ni para el final.
El alcalde de Órgiva indicó ayer que ya había sido informado del altercado por la Guardia Civil y que iba a recibir a un grupo de los concentrados que solicitó una entrevista. Martín indicó que, aunque las autoridades tratarán de ser flexibles, la concentración carece de permisos y se encuentra en una rambla del río considerada como una zona peligrosa. Está, además, ubicada en terrenos privados a cuyos propietarios nadie se ha dirigido para ocupar las diferentes parcelas.
'Están al margen de todas las normas', dijo, 'y eso no es posible. Cualquier acontecimiento organizado por otros jóvenes cumpliría todos los requisitos que este festival no cumple'. El ambiente entre los vecinos del pueblo es de rechazo a la celebración de la Fiesta del Dragón, ya que considera que se produce un consumo excesivo de alcohol, los congregados no respetan el entorno natural y hay brotes de tensión con los vecinos de las zonas próximas al paraje de la concentración. La avalancha de coches, camiones y caravanas con matrículas británicas atraídos por la publicidad de la fiesta era notable ayer en la carretera de la Alpujarra.
Familias pacifistas
La Fiesta del Dragón comenzó de forma espontánea en 1996 cuando grupos de turistas y trotamundos británicos descubrieron la Alpujarra y la belleza de algunos de los parajes de la zona. Alguien propuso a un grupo de amigos reunirse en la rambla del río Guadalfeo con la llegada de la primavera. Poco a poco fue corriéndose la voz en el mundo hippy británico, que acostumbra a moverse de acuerdo con el calendario de grandes festivales internacionales. La mayoría de los asistentes a la fiesta son familias con hijos pequeños que han decidido vivir su vida viajando por el mundo e instalándose durante unos meses en aquellos pueblos que más despierten su curiosidad. Son pacifistas, amantes de la naturaleza y practicantes del nudismo. Swan, uno de los concentrados, de edad mediana, explicó que habían tenido noticias de la Fiesta del Dragón en una gran concentración similar en Inglaterra. Expresó su admiración por el paisaje alpujarreño y su filosofía de vivir en libertad. El paisaje que podía verse ayer en la zona era el de críos correteando junto al río y grupos de coches o caravanas que llegaban sin cesar. Los concentrados explicaron que su presencia genera dinero para la comarca, que no quieren tener líos con la policía y que su actitud es absolutamente pacífica. Otros, no obstante, reconocieron que, entre todos los que llegan, aparecen de vez en cuando grupos de jóvenes problemáticos debido a un consumo excesivo de alcohol. Los concentrados consideran que se ha desatado una polémica inútil precisamente ahora, cuando llevan meses acampando en la zona sin que nadie les informase de que estaban infringiendo ningún tipo de normas.
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