¿Seguro?

Antes, durante y después de la reunión de Barcelona se han publicado artículos muy ilusionados por la posibilidad de que el llamado movimiento antiglobalizador sea el germen nutriente de una nueva izquierda. Por lo general, los artículos venían firmados por caballeros de mediana edad, acomodados, bien relacionados con el poder económico y mediático, gente, en fin, informada, así que quizás, en efecto, de este conjunto pintoresco surja alguna idea pertinente para una política de izquierdas posible.
Sin embargo, los escépticos, como un servidor o mi colega Antoni Puigverd, que pasó un día entero con los antiglobos y escribió una excelente crónica en la sección catalana de este diario, desconfiamos. No estamos (aún) persuadidos de que el Ave Fénix esté renaciendo de sus cenizas. En buena medida porque los actos programados durante esos días no parece que puedan interrumpir la siesta de los capos del poder económico, militar y mediático. Les transcribo literalmente, para su uso privado, el programa de actos antiglobo del viernes, según los publicó La Vanguardia. Es el único programa que he podido conseguir.
'Pedalada intergaláctica' (9.00). 'Caza lobbies' ('contra los grupos de presión', aclaran, 9.30). 'Sardinada popular' (9.30). 'Pintada de un mural zapatista' (11.00). 'Reparto de palomitas transgénicas' (16.30). 'Circo para denunciar el circo gris y criminal del imperio global' (18.00). 'Los ricos también lloran' ('llamamiento a destruir el capitalismo', según el diario, 13.00). 'Pasacalle contra la Europa del capital' (18.00). 'Cine-foro' (con la presencia de Fernando León, 18.30). 'Encendido de velas en recuerdo de Carlo Giuliani' (22.30). 'Recogida de firmas para la abolición de la deuda externa argentina' (sin hora). Once actos, a cual más tremendo.
Francamente, somos muchos los que esperamos la Resurrección, sobre todo en estos días santos, pero ese tonillo tontiloco de patio de colegio (¡tan típico de nuestra izquierda!) no parece que vaya a quitar el sueño a los feudales. Luego hubo 300.000 manifestantes. Son pocos. Nunca ha salido tan barato ser de izquierdas.
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