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Chirac y Jospin vuelven a la lucha electoral tras defender unidos el sector público

Jacques Chirac y Lionel Jospin reanudarán hoy su combate electoral por la presidencia de Francia, después de suspender las hostilidades durante el fin de semana para jugar en Barcelona el papel de pareja unida en defensa de la nación. Cuando los líderes de la Unión Europea vuelvan a encontrarse en Sevilla, el 21 y 22 de junio, al menos uno de los dos habrá perdido la elección presidencial y ya se habrán celebrado las elecciones legislativas, de cuyo resultado dependerá el nombramiento del nuevo jefe del Gobierno.

Un Consejo de Ministros restringido, celebrado el miércoles pasado, sirvió para fijar la esquizofrénica escena a representar en Barcelona, la última del dúo en cuestión. La posición adoptada -aceptar la apertura del mercado de la energía para los clientes profesionales y mantenerlo cerrado para los particulares- coincide con la expresada hace más de dos meses por François Roussely, presidente de la empresa estatal EDF, y perfilada por el Ministerio de Economía, que dirige Laurent Fabius.

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Adversario presidente

Chirac no podía arriesgarse a mantener en Barcelona nada distinto del primer ministro. El Consejo Europeo les ha mostrado más unidos que en la cumbre franco-alemana de noviembre de 2000, cuando Jospin no ocultó su enojo por una intervención televisada de Chirac, o la más reciente cumbre franco-española de Perpiñán, en octubre de 2001, en que los fans de Chirac le organizaron un baño de multitudes y él se las arregló para que colaborara Aznar, fastidiando a un Jospin que, por razones protocolarias, se vio en medio del homenaje al adversario-presidente.

El guión exigía que Barcelona terminara con un resultado ambiguo, porque hay muchos intereses en juego: desde la cultura de los consumidores franceses, encantados de que la electricidad o los trenes sigan siendo servicios públicos, hasta la fortaleza de los sindicatos del sector público y la creciente influencia del movimiento antiglobalización. Desde otros campos políticos, la trostkista Arlette Laguiller, que sube en los sondeos de los últimos días, atacó ayer a Chirac y Jospin con argumentos similares a los de Chevènement en vísperas de la cumbre, esto es: que la tan mentada pareja pone en peligro las conquistas sociales de Francia y que ambos terminarán privatizando EDF.

Si es elegido presidente de la República, Jospin abrirá el capital de EDF, pero no se sabe hasta dónde. En su partido militan desde un Henri Emmanuelli, partidario de que el Estado conserve el 100%, hasta un moderado Dominique Strauss-Kahn, que no desea 'grabar en mármol el umbral del 50%'. Chirac se mueve en términos también imprecisos: liberalizar es una de las ideas de su programa electoral, pero nadie sabe en qué podría concretarse. Y el único candidato que se pronuncia por la privatización de EDF, Alain Madelin, no pasa del 5% en las intenciones de voto.

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