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Patrimonio otorga la máxima protección monumental a la batalla de Somosierra

Incoado expediente para declarar bien de interés cultural la zona de la victoria francesa

La Dirección General de Patrimonio ha abierto expediente de declaración de bien de interés cultural (BIC) al campo de batalla de Somosierra, donde el 30 de noviembre de 1808 las tropas españolas, al mando del general San Juan, fueron derrotadas por el Ejército de Napoleón. La caballería polaca, aliada francesa, rompió, en un gesto heroico y desesperado, la barrera militar española. Cada año, las autoridades polacas conmemoran su gesta sobre las cumbres madrileñas. Francia y Polonia habían apoyado en 1998 que el Gobierno regional declarará el lugar de interés histórico.

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Las 400 hectáreas del puerto de Somosierra, donde 10.000 soldados españoles se enfrentaron a 18.000 franceses y polacos al mando de Napoleón, gozan ya de la máxima protección monumental y artística que puede conceder la Comunidad de Madrid. La Dirección General de Patrimonio Histórico, dependiente de la Consejería de las Artes, resolvió el pasado 19 de febrero incoar expediente de Bien de Interés Cultural (BIC) al paraje donde se desarrolló esta importante batalla de la guerra de la Independencia. La resolución fue publicada en el Boletín Oficial de la Comunidad el pasado día 11 de marzo y supone la apertura de un periodo de información pública de un mes.

'El expediente es, en cierto modo, pionero, ya que en España los campos de batalla apenas han sido considerados hasta hoy elementos de patrimonio histórico susceptibles de reconocimiento', señalan fuentes de la Dirección General de Patrimonio, quienes añaden que la declaración de sitio histórico (en cuya categoría se encuentra Somosierra), 'va más allá de su concreción material'. Y es que los restos arqueológicos de la guerra de la Independencia (1808-1814) conservados en la zona se pueden contar con los dedos de la mano: un fortín napoleónico y la ermita de la Soledad, construida en el XVII y utilizada por los dos bandos durante la guerra.

Dos embajadores

No fueron únicamente investigadores internacionales y del Instituto de Historia Cultural Militar los que solicitaron al Gobierno regional que protegieran los recuerdos de esta batalla, a pesar de que fuera una derrota española. El mismo embajador de Polonia, Wladyslaw Klaczynski, y el embajador francés, Patrick Leclerq, solicitaron al presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, que declarase la zona sitio de interés histórico, en homenaje 'al valor de los soldados españoles y a los del Ejército Imperial [francés]'.

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Y es que la batalla de Somosierra goza tanto en Polonia como en Francia de una popularidad de la que carece en España. Para Francia, porque supuso una victoria que les permitió reconquitar Madrid. Para Polonia, porque entre las filas francesas (unos 18.000 hombres) se encontraban 678 militares del Regimiento de Caballería Ligera Polaca (creado por decreto del emperador en 1807), que fueron cruciales para el triunfo de los franceses.

El 19 de julio de 1808, las tropas de Napoleón sufrieron su mayor revés en la batalla de Bailén. El ejército francés tuvo que replegarse al otro lado del Ebro. Cuando el emperador se enteró, montó en cólera y, en noviembre, se encargó personalmente de encabezar su ejército para recuperar el territorio perdido. Los españoles decidieron entonces poner en las cimas de Somosierra una muralla militar, a cuyo frente se situó el general San Juan, para evitar que los franceses se hicieran con Madrid de nuevo. Somosierra ha sido durante siglos el principal paso para unir el centro peninsular con el norte. Por ello, los cañones españoles, estratégicamente situados, impedían el avance francés.

El frente de la batalla se extendió en la zona que ahora ocupa una gasolinera, un pequeño hostal y la vieja carretera de Burgos. A las seis de la mañana del 30 de noviembre de 1808, los franceses intentaron avanzar a través del puerto, pero se toparon de bruces con los españoles (unos ubicados en las laderas y otros a unos 400 metros de un puente de piedra).

Napoleón dudó ante los cañones. Finalmente, se decidió por una opción arriesgada: lanzar directamente a la caballería polaca contra la línea española de artilleros. El valor de los jinetes polacos -simples lanceros a caballo contra cañones- derrumbó la línea defensiva española.

Los arqueólogos que durante las campañas de 1998 y 2000 hicieron la prospección de la zona, Javier Pastor y María Jesús Adán, han recuperado esta memoria histórica en el monográfico Arqueología, Paleontología y Etnología, que la Comunidad de Madrid está a punto de publicar sobre el campo de batalla de Somosierra. Porque como señalan fuentes de Patrimonio, 'a pesar de la dilatada presencia en la localidad de una guarnición francesa, son sucesos históricos que quedaron relegados en el recuerdo popular'.

Con una excepción: el pequeño museo que el párroco de Somosierra, José Medina Pintado, ha levantado en la casa parroquial y las dos placas conmemorativas en la ermita dedicadas a los caídos de ambos bandos.

La incoación del expediente a la batalla de Somosierra supone la aplicación inmediata de un régimen de protección idéntico al que tendrá cuando ya esté declarado sitio de interés histórico. La Consejería de las Artes tiene, según la Ley de Patrimonio de la Comunidad, que dar audiencia al Ayuntamiento de Somosierra y al Consejo Regional de Patrimonio Histórico, antes de que el Consejo de Gobierno pueda proceder a su declaración como BIC, para lo que tiene un plazo de 15 meses.

Patrimonio señala que pretende 'hacer compatibles las determinaciones que impone la declaración como BIC, con los actuales usos del terreno y los intereses generales y particulares que pudieran verse afectados'. Actualmente no es posible contruir sobre el puerto de Somosierra, porque la zona de la batalla está calificada como zona rural no urbanizable. De todas formas, la nueva protección arqueológica sobre la zona no afectará a los ganaderos y agricultores, ya que podrán seguir desempeñando sin problemas sus trabajos.

Un fortín, el único resto napoleónico

El expediente para declarar el campo de la batalla de Somosierra Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico, es curioso. El único resto arqueológico que se conserva de la guerra de la Independencia en esta zona es una fortificación militar napoleónica (la única documentada en la Comunidad de Madrid y que está declarada como monumento histórico), que se ubica en el collado del puerto. La ermita de la Soledad (también monumento histórico) es del siglo XVII. Los españoles instalaron allí una batería de cañones y los franceses la incorporaron como aposento. El puente de piedra, del que sólo se conserva la mitad y del que corre la voz que fue desde donde Napoleón dirigió la batalla, es posterior. De todas formas, según señalan los arqueólogos encargados de la prospección de la zona, el auténtico y que el francés Lejeune recoge en su cuadro de la batalla, quizás estuviera ubicado en el mismo lugar. Sin embargo, Javier Pastor y María Jesús Adán, los autores del inventario completo de los vestigios de la época, han descubierto mucho más en el lugar donde las tropas españolas fueron fulminadas por las napoleónicas. Han encontrado el plano del fortín y hasta 256 recibos que ponen de manifiesto hasta qué punto llegó el expolio que los vencedores realizaron sobre los habitantes de la comarca. Los recibos fueron encontrados entre los fondos documentales del Ayuntamiento de Horcajuelo de la Sierra y revelan la gran cantidad de productos (cereal, carne, patatas, legumbres) que los serranos tuvieron que entregar a los franceses para el suministro de las tropas acantonadas en Somosierra, Buitrago y Robregordo entre los años 1808 y 1813.

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