Villas y bosques mágicos
Nueve paradas imprescindibles para recorrer el Pirineo navarro
La gran cordillera pirenaica nace por occidente, entre los collados de la comarca de Cinco Villas y las peladas cimas del macizo de Larra, en lo que se denomina Pirineo navarro. Una tierra montañesa con muchos rincones para descubrir y disfrutar.
Bera-Vera de Bidasoa
Una zona repleta de puntos de interés: el sabor tradicional de las Cinco Villas, el paso de aves migratorias en Extalar, las cuevas de Zugarramurdi, el Camino de Santiago desde Roncesvalles, los frondosos bosques de hayas, abetos y robles de la selva de Irati...
Pueblo de sabor tradicional que, junto a Lesaka, Igantzi, Arantza y Etxalar, forma las denominadas Cinco Villas de la montaña navarra. Aunque tuvo un pasado turbulento por las disputas entre los linajes beratarros, su arquitectura conserva buenas muestras de los momentos de esplendor de su historia. Entre sus caseríos destaca el de Itzea, antigua morada de la familia del escritor Pío Baroja, un auténtico museo vivo. Las casas de Larumbe, Larratxe y Zelaya tienen también gran interés etnográfico y cultural.
Etxalar
Situada al oriente, esta localidad no sólo destaca por sus cuidadas y floreadas calles, sino por encontrarse en medio de uno de los pasos migratorios de aves más importantes de Europa. Los collados de Etxalar, junto con los cercanos alto de Lindux y col de Orgambideska, forman el embudo por el que cada año cruzan en otoño varios millones de aves procedentes de las áreas de cría del centro y norte europeo.
Señorío de Bertiz
Un conjunto de belleza excepcional compuesto por un bosque protegido de 2.000 hectáreas, donde crece una de las masas forestales mejor conservadas de toda Navarra, con el palacio de Aizkolegi sobre su loma más alta. Y a su entrada, un grupo de edificios palaciegos que hacen las veces de aula de naturaleza (palacio de Bertiz) o de centro de interpretación de la naturaleza (caserío de Tenientetexea), y un jardín botánico con más de 120 especies de vegetación, una capilla y un mirador sobre el Bidasoa. Un lugar de paseo y recogimiento difícil de superar.
Santesteban de Lerín
Doneztebe, en lengua euskera, es una pequeña villa montañesa en la vera del río Bidasoa que constituye una de las mejores muestras de la arquitectura civil de palacios y casas rurales de la Navarra más húmeda y atlántica. Aunque la modernidad inunda con escaparates y luces de neón los bajos de sus casones, lo viejo y lo nuevo se conjuga sin demasiadas estridencias.
Cueva de Zugarramurdi
A muy poca distancia de la localidad de Zugarramurdi, conocido como el pueblo de las brujas y los aquelarres, se halla una cuevona famosa desde la Edad Media por las reuniones y rituales mágicos celebrados en ella por mujeres de la aldea. La Inquisición procesó en 1610 al pueblo entero, quemando en la hoguera a una docena de mujeres acusadas de brujería. Los topónimos han quedado como muestra de su turbulenta y trágica historia: el arroyo del Infierno (Infernuko erreka) es un regato de agua que recorre el interior de las galerías, y el macho cabrío (Sorgín leze) nombra una de las entradas principales. El 21 de junio se celebra una fiesta en el interior de las cuevas.
Roncesvalles
El conjunto monumental de la colegiata, hospital y hospedería de Roncesvalles es un lugar de resonancias místicas y uno de los grandes mitos del Camino de Santiago, punto de partida en su caminata hacia Santiago de Compostela para muchos peregrinos. Todos los días del año, al caer la tarde, se celebra la misa del peregrino, donde se leen los nombres y procedencia de los llegados en esa jornada. Un acto religioso que se viene realizando desde el siglo XI.
Selva de Irati
Situado en la cabecera del río Irati, este frondoso bosque de cuento poblado de hayas, abetos y robles posee valores botánicos y ecológicos excepcionales por su situación geográfica a caballo entre los mundos forestales cantábrico y pirenaico. La mejor manera de conocerlo es pasear por su interior a través de la pista que bordea el embalse de Irabia, y lleva desde las inmediaciones de la Real Fábrica de Armas de Orbaitzeta hasta la ermita de Nuestra Señora de las Nieves, en el corazón del bosque. En Ochagavía existe un centro de interpretación de la naturaleza (948 89 05 71) donde se puede obtener todo tipo de información.
Isaba
Pueblo ganadero de la zona alta del valle del Roncal, es punto de partida de la más importante de las cañadas pecuarias navarras, la Cañada Real de los Roncaleses. Más de mil años llevan las ovejas y vacas roncalesas trashumando desde los puertos de Belagua hasta los pastos invernales de las Bardenas Reales por este cordel, hoy integrado en la red de grandes rutas españolas (GR-13). La tradición pastoril trae cada 13 de julio, desde hace 600 años, a las tierras de Isaba la celebración de la ceremonia de El tributo de las tres vacas, en la que se reúnen en el alto de la Piedra de San Martín los roncaleses navarros y los baretoneses franceses. Los habitantes del valle de Baretous hacen entrega de tres vacas al alcalde de Isaba para mantener la armonía en el disfrute de las praderas y fuentes comunes. La fiesta termina con una comida campera.
Macizo de Larra
El gran macizo kárstico del Alto Roncal se extiende entre los límites navarro, aragonés y francés entre cumbres peladas, rocas desnudas y bosquetes de pinos negros, dando forma a los picos más altos del Pirineo navarro. Agujereado por decenas de simas, tantas que se advierten con carteles para evitar accidentes, en estas laderas se hallan algunas de las más profundas del mundo, como la llamada de San Martín, con 1.360 metros. La pequeña carretera que parte de Isaba hacia Francia atraviesa todo el macizo. Para informarse de las rutas a pie, en Roncal se sitúa el centro de interpretación de la naturaleza (948 47 50 50).
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